«La Gatta Bianca» y el nacimiento de la ópera argentina

Se toma generalmente como punto de partida de la ópera argentina al estreno el 11 de enero de 1877, de La Gatta Bianca (La gata blanca) de Francisco A. Hargreaves.

La primera ópera compuesta por un argentino de la que se tenga registro es «O primo de California», obra de Demetrio Rivera, pero este dato sólo tiene un carácter anecdótico pues Rivero había dejado Buenos Aires en 1847 para radicarse en Río de Janeiro en donde estrenó su obra en 1854 y donde terminó sus días sin mantener contacto con su país de origen.

Es por ello que los estudiosos de la música argentina coinciden en considerar a «La gatta bianca» de Francisco Hargreaves como la primer ópera argentina, ya que si bien su estreno se produjo en Italia en 1870, durante los años de estudio del joven compositor, a su vuelta a Buenos Aires, logró el estreno en su ciudad de su ópera, en 1877 y permaneció en la capital argentina desarrollando la mayoría de su obra musical.

Cabe señalar que si bien su ópera es una pieza que se inscribe en la estética de la ópera italiana, sin la menor alusión a la identidad de origen del autor, en algunas de las obras instrumentales que Hargreaves compuso intentó inspirarse en el folklore nativo, mostrándose interesado por desarrollar cierta identidad musical, camino que seguirían otros compositores compatriotas entre finales de S. XIX y principios del S. XX como Williams, Aguirre, etc.

Sin embargo, en lo que a la creación operística se refiere, los caminos de la inspiración resultaron más complejos. El crear un drama lírico, una ópera, despegándose de los modelos italianos, franceses o alemanes en boga, era un desafío mucho más difícil, ya que en esta materia, el molde europeo parecía casi inexcusable.

Por otra parte la inexistencia de cantantes líricos nacionales obligaba a los compositores a depender de las compañías europeas (particularmente italianas) para los estrenos y por consecuencia a tener que musicalizar textos en lengua italiana, sea cual fuera la temática que estos desarrollaran.

El argumento de La Gatta Bianca es el siguiente: La señora Pollini tiene un hijo, Luis, enamorado de una gata blanca. La madre está desesperada por este amor tan extraño y en vano trata de hacer olvidar el mismo a Luis. Se ofrece para ayudarla un aldeano de los alrededores llamado Pigliapolli, el cual se compromete a encontrar el modo que Luis se enamore de una mujer. Éste tiene una entrevista con Luis, se viste de mago y le propone transformar mediante un billete de cien francos, la gata en mujer. En efecto, después de varios signos cabalísticos hace aparecer una tienda, y Luis ve a Oliva, la hija de Pigliapolli, tendida sobre un diván, vestida con traje blanco corto, guarnecido de pelo blanco, y con una cola del mismo color. Luis permanece naturalmente estupefacto. Oliva se adelanta y maúlla como un gato. Luis expresa su admiración con frases tiernas, muy tiernas, pero Oliva huye por la ventana. Cuando vuelve Pigliapolli, Luis está abatido; aquel procura consolarlo diciéndole que pronto desposará su gata. Efectivamente, Oliva se presenta, pero no vestida de gata. Él la reconoce, comprende lo sucedido y promete casarse con la joven. Entonces reaparece la señora Pollini, vienen los coros que se dividen en dos partes, maullando los unos y respondiendo del mismo modo los demás y cae el telón. Según la costumbre de la época la obra fue escrita e interpretada en italiano. El elenco del estreno argentino de la obra incluyó a la soprano Rosina Terzano (Oliva); el tenor Fernando Ambrosi (Luigi); la mezzosoprano Leticia Zacconi (Signora Pollini) y el bajo Carlo Trivero (Pigliapolli). En dicha temporada la obra fue cantada en tres oportunidades (11; 14 y 18 de enero de 1877).

Como nota curiosa debemos destacar que asistió al estreno el Presidente de la Nación de ese momento Dr. Nicolás Avellaneda y sus Ministros, que se llamó al autor numerosas veces a escena obsequiándosele una gran lira de jazmines y que la obra se ofreció junto con los dos primeros actos de Rigoletto el día del estreno, con el segundo acto de Il Trovatore en la segunda función y con los dos primeros actos de Le Educande di Sorrento de Emilio Usiglio en la tercera y última función que fue ofrecida -según la costumbre de la época- a beneficio del maestro Hargreaves. La crítica del momento destacó especialmente dos fragmentos (uno cantado por la mezzosoprano y otro por el tenor), así como el resto de las partes musicales. No recibió igual acogida la historia ya que se consideró que la música debió ser aplicada a un libreto de más mérito. El diario La Tribuna de Buenos Aires en su edición del 13 de enero de 1877 refiriéndose al estreno indicaba: «La ejecución de la obra no dejó nada que desear pues cada uno de los artistas ha sabido desempeñar debidamente los papeles que se le habían encomendado. Como música tiene pasajes magníficos, especialmente un rondó cantado por la señora Zacconi, como también un preciso andantino cantado por el tenor Ambrosi». Después del estreno de La Gatta Bianca no se ofrecen otras manifestaciones líricas de compositores argentinos hasta 1895.

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