28 de mayo de 1880: Repatriación de los restos de San Martín

Al recibir la comunicación de la muerte del general San Martín, ocurrida en Boulogne Sur Mer, el 17 de agosto de 1850, el ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación, Felipe Arana, inició los trámites para la repatriación de sus restos. Sin embargo, tras la caída de Rosas, los restos de San Martín permanecerían en Francia.

El 21 de noviembre de 1861, con representantes de Argentina, Chile y Perú, los restos del Libertador fueron llevados a la bóveda de la familia Balcarce-San Martín en Brunoy, localidad cercana a Évry, ubicada a unos 35 kilómetros de París, donde hacía un año la familia había depositado los restos de María Mercedes Balcarce, una de las queridas nietas del general, que murió por mala praxis médica a los 27 años.

El 18 de julio de 1864, el diputado nacional por Buenos Aires, Adolfo Alsina, y el representante de Entre Ríos, Martín Ruiz Moreno, presentaron un proyecto al Congreso Nacional solicitando al Poder Ejecutivo, ejercido por el general Mitre, que cumpliera la última voluntad de San Martín de descansar en Buenos Aires. El Parlamento se tomó su tiempo y convirtió el proyecto en ley, pero el Poder Ejecutivo pareció no darse por enterado.

Fue entonces que, ante la injustificada demora, Manuel Guerrico, a nombre de la familia, pidió a la Municipalidad de Buenos Aires una parcela en la Recoleta para depositar los restos del general cerca de Remedios.

La burocracia local nombró una comisión que dictaminó, a los seis años, que el gobierno nacional tenía prioridad para decidir el destino final de los restos del Libertador.

Para cubrir los gastos, la Comisión de Repatriación obtuvo $ 1.400.000 (unos $f 56000), más de la mitad por colecta popular. Las gestiones y preparativos consumieron los siguiente dos años, hasta que a fines de 1879 todo estuvo preparado para la repatriación. Un tren expreso dispuesto a efectos de transportar desde París a Le Havre a la comitiva e invitados a la ceremonia, dejó a las 9 de la mañana la estación Saint Lazare del Ferrocarril del Oeste. La comitiva incluía a los ministros Mariano Balcarce, Manuel Rafael García Aguirre, Emilio de Alvear, Manuel del Carril, Fernando Gutiérrez de Estrada (esposo de la nieta de San Martín) a la comisión de repatriación presidida por Mariano Acosta,Nota 3​ numerosos argentinos y americanos residentes en París, los ministros José María Torres Caicedo (El Salvador), Toribio Sanz (Perú), Andrés de Santa María (Colombia), José María de Rojas (Venezuela), Miguel de Francisco Martín (Guatemala), coronel Juan José Díaz (Uruguay).

La comitiva llegó a las 14 a la estación de Le Havre donde fueron recibidos por el estado mayor del Villarino y las autoridades del Havre y trasladados a la Iglesia de Nuestra Señora, catedral del Havre, donde esperaban los restos del Libertador y representantes del gobierno francés y sus fuerzas armadas, así como autoridades municipales y cuerpo consular. La ceremonia era acompañada por el batallón N° 119 de Infantería de línea. Tras la ceremonia religiosa y el responso del cura Duval, canónigo de la Catedral, el cortejo marchó precedido y flanqueado por el batallón rumbo al Bassin du Roi.

Allí fue recibido a bordo con discursos de los Ministros Mariano Balcarce, Manuel R. García Aguirre y Emilio Alvear. Como expresó el ministro García Aguirre en su discurso a bordo del Villarino, sus tripulantes eran:

«los primeros que conducís a través del Océano, un bajel de nuestra armada, desde la Europa; él va cargado con el depósito más valioso que ninguno condujera al suelo argentino. Grande es vuestra responsabilidad. Cuando lo entreguéis a nuestros compatriotas, os ruego unais vuestros votos a los mios, para desear que mientras guardemos esas reliquias no se despierten en la república los odios y pasiones que tanto han retardado su engrandecimiento»

Finalizada la ceremonia y ubicado el féretro, tras la partida de los visitantes se embarcaron cajones conteniendo las piezas del monumento a San Martín construido por el escultor parisino Louis-Robert Carrier-Belleuse,Nota 5​ destinado a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
Acompañado por una salva de 21 cañonazos de la batería de la plaza dejó el puerto el 21 de abril a las 9 de la mañana y arribó en São Vicente el 27 de abril sin inconvenientes y manteniendo una velocidad de crucero de 11 nudos. Allí se llenaron las carboneras, que tenían una capacidad de 110 t, y se recibió al presidente de la municipalidad Da Ferro, quien también oficiaba como vice cónsul argentino.

El 2 de mayo a las 14 horas zarpó nuevamente y efectuó el viaje sin más incidente que una fuerte tormenta que se desató el 13 a la noche a la altura del Cabo de Santa Marta, pudiendo mantener durante los dos días que duró una velocidad constante de entre 5 y 7 nudos.
Arribó a Montevideo a las 18 horas del 17 de mayo de 1880. A pedido del gobierno del Uruguay presidido por Francisco Antonino Vidal Silva se desembarcó el féretro rindiéndosele honores en la Catedral de Montevideo.
Dado que no se esperaba arribase en solo 24 días, y en razón de la situación que se vivía en la ciudad de Buenos Aires, donde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, encabezado por Carlos Tejedor y el de la nación (Nicolás Avellaneda) se hallaban en preparativos de guerra, el Villarino debió permanecer una semana en Montevideo mientras se completaban los preparativos en la capital. Una comisión nombrada el 19 de mayo y compuesta por los generales Juan Esteban Pedernera, José María Bustillo y Luis María Campos, los coroneles José Murature, Joaquín Viejobueno, Eduardo Escola y Martín Guerrico se trasladó a Montevideo para recibir los restos, acompañados por los cadetes y aspirantes de los colegios militar y naval.

El 24 al mediodía se dirigió a Buenos Aires escoltado por el monitor Los Andes y las cañoneras Uruguay y República.
El 28 de mayo fondeó finalmente en la rada interior del puerto. Partiendo del muelle de Catalinas, los miembros de la Comisión de Repatriación, presidida por Mariano Acosta, se dirigieron en la lancha Talita hasta el Villarino. Colocado el féretro en la falúa del Villarino, fue trasladado a la Talita saludado por salvas de artillería de todos los buques reunidos en el puerto
Tras el discurso del expresidente Domingo Faustino Sarmiento, los restos del Libertador fueron trasladados a la Plaza San Martín y recibidos por el presidente Nicolás Avellaneda, quien inició su homenaje con la frase de Quintiliano «Pocas palabras ante tan magno hecho»

Y luego expresó:

«La obra de la glorificación es completa.»

Ved ahí la estatua del primer soldado de la América, montado sobre el caballo de batalla que mayor espacio haya recorrido en la tierra después del de Alejandro.

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