Un cura a punto de ser lanceado y el perdón de un cacique mapuche: El origen de la construcción de la Basílica de Luján
En 1873, el Padre Jorge María Salvaire -que era párroco de Luján- fue enviado a la localidad de Azul. Secuestrado por un malón de Manuel Namuncurá, estaba a punto de ser ejecutado cuando se encomendó a la Virgen. Se salvó y cumplió sus promesas.

REPRODUCCION: BASILICA DE LUJAN CONCURRIENCIA SALIENDO DEL TEEDEUM 25 DE MAYO DE 1925, DEL ARCHIVO ESTANISLAV S. ZEBALLOS DEL COMPLEJO MUSEOGRAFICO ENRIQUE UDAONDO, 22/6/00
El Padre Jorge María Salvaire era un sacerdote lazarista de origen francés. Participó en 1871 de la primera peregrinación a la Virgen de Luján.
Salvaire nació el 6 de enero de 1847 en la ciudad de Castres, departamento de Tarn en el sur de Francia. En noviembre de 1873, sus superiores le ordenaron dejar Luján para marchar, junto al P. Fernando Meister, a organizar la misión de Azul, con la finalidad de evangelizar a los indios que habitaban esas tierras. Hacia allí partió, dejando con pesar a la Virgen de Luján y a su Villa.
Ocurrió que, en dirección a los toldos de Namuncurá, donde ya había aborígenes que tenían devoción por la Virgen Gaucha, se había desparramado la peste de viruela. Los indios entendieron que el Padre fue quien había traído el virus y lo condenaron a morir lanceado.
Maniatado y maltratado, Salvaire comenzó a rezarle al Señor y a la Virgen y prometió: “Publicaré tus milagros… engrandeceré tu iglesia”.
Pero, en momentos en que estaba por ser ejecutado, apareció Bernardo, el hermano del cacique Namuncurá, quien inmediatamente cubrió al cura con su poncho para protegerlo. Había reconocido al Padre Salvaire y le concedió la libertad.

En 1875, el sacerdote lazarista fue ordenado custodio del santuario y párroco de Luján, por el entonces Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros.
Cinco años estuvo allí y luego, para cumplir con su promesa de propagar el culto de Nuestra Señora de Luján, volvió al desierto a recorrer toldos y evangelizar.
Publicó la obra “Historia de Nuestra Señora de Luján” y luego viajó a Roma para solicitarle al Papa León XIII la coronación pontificia de la imagen. Con oro y joyas que llevó de Buenos Aires, el sacerdote hizo confeccionar la corona en París para la Virgen. Posteriormente, le presentó al Papa la petición del Episcopado y de los fieles del Río de la Plata para coronar a la Virgen.
El Pontífice bendijo la corona y le otorgó oficio y misa propios para su festividad, que quedó establecida en el sábado anterior al cuarto domingo después de Pascua.
Fue así que, el 9 de mayo de 1887 y ante más de 40.000 fieles, el arzobispo Aneiros, en nombre de Su Santidad, coronó a la Virgen de Luján.
De allí en más, Salvaire dedicó su vida para construir una gran basílica. Tras muchas dificultades que tuvo que vencer, pero con el apoyo de monseñor Aneiros y sus compañeros de la Congregación Misionera de Padres Lazaristas, logró iniciar la construcción de la actual Basílica Nacional de Luján el 4 de mayo de 1890. El director de tan fantástica obra fue el ingeniero Ulrico Courtois.