El bloqueo anglo-francés al Río de la Plata para dominar el comercio

La flota anglo francesa inicia el bloqueo al Río de la Plata el 2 de agosto de 1845, el que se extenderá hasta el 31 de agosto de 1850. Durante el mismo, las escuadras invasoras cerraron al comercio exterior todos los puertos de la Confederación Argentina.

Francia e Inglaterra  habían decidido adueñarse de la navegación en los ríos Paraná y Uruguay, de tal forma de dominar el comercio de mercaderías en el Río de la Plata y anular la voluntad de lucha de la Confederación Argentina, liderada por Juan Manuel de Rosas, es así que entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1848, las escuadras británica y francesa cerraron al comercio exterior todos los puertos de la Confederación Argentina y los de la República Oriental del Uruguay, con excepción del de Montevideo.
 
Francia inicia unilateralmente en 1838 el bloqueo al Río de la Plata desde marzo de ese año a octubre de 1840, más de dos años y medio, para  luego acordar con Inglaterra continuar conjuntamente con el bloqueo, el que mantuvieron en esas condiciones desde septiembre de 1845 hasta agosto de 1847, por un total de 700 días, casi dos años, para luego continuarlo solo Francia hasta junio de 1848, por otros  300 días. El bloqueo Anglo Francés cubrió más de cinco años.

Establecido el bloqueo el 2 de agosto de 1845, los invasores anglo franceses iniciaron una aventura de incursiones, ataques, destrucción y saqueos a los pueblos y ciudades del Río Paraná, siendo atacados a lo largo de todo ese tiempo por las fuerzas navales y terrestres  de la Confederación Argentina, dando lugar a los Combates de la Vuelta de Obligado, San Lorenzo, Acevedo, Vuelta del Tonelero y Angostura del Quebracho.

El 9 de agosto de 1845 el periódico ingles “British Packet and Argentine News” publica en Bs. As. lo siguiente:
 
Las actuales escenas que se observan en el Río de la Plata reflejan un oprobio tal que nos resulta imposible describirlas sin sonrojarnos dado que siempre nos hemos acostumbrado a mirar con un noble orgullo las glorias de la vieja Inglaterra, ¿Cómo podría ser de otra forma cuando hemos tenido el infortunio de observar a los agentes de nuestro propio país marchar mano a mano con los franceses para penetrar con la más brutal cobardía, enorme atrocidad y repugnante infamia ?. Si tales son los frutos, que disfrutan decantar, de esta “inteligencia cordial” las políticas europeas a ambos lados del Canal de la Mancha nosotros decimos: Maldito sea el apoyo a tales políticas. Las consecuencias no pueden ser más desastrosas para la paz y los intereses sociales de todo el mundo.
 
El 18 de septiembre Giuseppe Garibaldi, mercenario italiano al servicio de los bloqueadores, con el apoyo de los aliados invasores ataca Paysandú siendo rechazado por las fuerzas del General argentino Antonio Díaz. El 13 de octubre el convoy de Garibaldi es atacado y pierde a la goleta Pirámide. Ese mismo día Garibaldi captura la ciudad de Salto.


Ocho meses después de haber forzado el paso hacia el norte en la Vuelta de Obligado, la campaña anglo francesa se transforma en un total fracaso económico y militar.

Como resultado de todas estas acciones, se termina la intervención de las Fuerzas navales anglo-francesas, y poco después, el 13 de julio de 1846, Sir Samuel Thomas Hood, con plenos poderes de los gobiernos de Inglaterra y Francia, presenta humildemente ante Juan Manuel de Rosas: «el más honorable retiro posible de la intervención naval conjunta».
 
El gobierno argentino consigue de esta forma: poner fin al bloqueo naval de Francia e Inglaterra a los puertos argentinos, recuperar la Flota Argentina arrebatada durante tratativas diplomáticas entre los contendientes, recuperar la Isla Martín García, un saludo de 21 cañonazos a la Bandera Argentina por parte de cada una de las escuadras invasoras, el reconocimiento a la Soberanía de Argentina y a sus derechos exclusivos sobre la navegación de los ríos interiores. 

Pocos días más tarde, al enterarse de Obligado, el General Dn. José de San Martín escribía a Tomás Guido:

Grand Bourg, 10 de mayo de 1846
 
Mi querido amigo:
 
Sarratea me entregó a mi llegada a ésta su muy apreciable del 12 de Enero; a su recibo ya sabía la acción de Obligado. ¡Qué iniquidad! De todos modos los interventores habrán visto por este “hechantillón” que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca: a un tal proceder, no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que nos depare el destino; que por mi íntima convicción, no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra patria, si las naciones europeas triunfan en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España. Convencido de esta verdad, crea usted mi buen amigo, que jamás me ha sido tan sensible, no tanto mi avanzada edad, como el estado precario de mi salud, que me priva en estas circunstancias ofrecer a la patria mis servicios, no por lo que ellos puedan valer, sino para demostrar a nuestros compatriotas, que aquella tenía aun un viejo servidor cuando se trata de resistir a la agresión la más injusta y la más inicua de que haya habido ejemplo…”

 
José de San Martín. 

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