El inicio del endeudamiento externo argentino generado por Bernardino Rivadavia
Fue el inventor local de “la deuda externa”. En 1824, siendo Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas.

Fue en 1822, cuando Bernardino Rivadavia autorizó lo que sería el primer crédito externo para la Argentina. Se negoció dos años después con la casa bancaria inglesa Baring Brothers. La inestabilidad institucional de ese momento, los conflictos bélicos -internos y externos- y la falta de experiencia en ese tipo de operaciones hicieron que a los pocos años (1828) esa deuda externa dejara de pagarse y la Argentina entró en su primer default. Tardó 80 años en cancelarla y semejante demora le salió más que costosa: el pago superó casi en 9 veces lo que pidió.
La historia del primer empréstito público para la Argentina (en realidad para la provincia de Buenos Aires y el puerto) comenzó en 1822 cuando la Junta de Representantes de Buenos Aires autorizó la contratación con la Baring Brothers de Londres de un crédito por 5 millones de pesos fuertes (la moneda local de esa época).
Ese monto, equivalente a 1 millón de libras esterlinas de oro (moneda inglesa en que se tomó el préstamo), se destinaría a la construcción del puerto de Buenos Aires, a realizar obras de agua corriente, al establecimiento de pueblos en la frontera y a fundar tres ciudades sobre la costa -entre la Capital y el pueblo de Patagones-.
¿Cuánto eran 5 millones de pesos en esa época? Equivalía a 80% de los gastos anuales de la provincia de Buenos Aires, aunque no agrupaba, como hoy, 37% de toda la población del país.
La contratación del crédito quedó ratificada en diciembre de 1823 y el 1 de julio de 1824 se firmó en Londres la operación: la Baring Brothers prestó 1 millón de libras esterlinas a 6% anual que debía quedar cancelado hacia 1860. Buenos Aires garantizó ese préstamo con sus bienes, rentas, tierras y territorios.
Un grupo de representantes de la banca privada local -bastante pícaros ya en ese entonces, como para quienes se sorprenden de las trapisondas actuales de sus descendientes- fue autorizado por el ministro de Hacienda Manuel José García a cerrar la negociación.
Fueron Guillermo y Juan Parish Robertson, Félix Castro, Braulio Costa, J.P. Sáenz Valiente y Miguel de Riglos que se hicieron rápidamente de 150.000 libras -que repartieron con Baring- por la diferencia entre la colocación del título (lo obtuvieron a 70% y lo canjearon a 85%).
La colocación de los títulos se hizo en la Bolsa de Londres: fueron 2.000 bonos de 500 libras cada uno. Pero los ingleses fueron precavidos: ante los constantes cambios institucionales en aquellas provincias desunidas del Río de la Plata decidieron retener los intereses y amortizaciones que debían pagarse entre enero de 1825 y julio de 1826.
La primera partida del crédito llegó en julio de 1824: 70.000 libras esterlinas. Y el monto restante se completó en varios envíos hasta diciembre de ese año.
En total se recibieron sólo 560 mil libras esterlinas, pero de ese monto apenas 18,68% llegó en metálico y 62,64% en letras de cambio consignadas a nombre de comerciantes británicos y criollos (el resto fueron deducciones).
Si bien de la utilización de ese dinero surgieron tres pueblos: Laguna del Potroso, Fortín Federación y Junín, la mayor parte de lo recibido se gastó en la guerra contra Brasil y fue aprovechado por el sindicato y sus socios comerciales criollos e ingleses -no menos pícaros- para importar mercaderías.
Se calcula que en la guerra contra Brasil se gastaron más de 3 millones de pesos fuertes que provenían del crédito de la Baring Brothers y de nuevos endeudamientos que se usaron para financiar el conflicto (por ejemplo, el 30 de julio de 1825 se aprobó un crédito por 500 mil pesos fuertes y el 21 de noviembre otro por 1,2 millón de pesos fuertes).
También la Baring otorgó más créditos en períodos en que se normalizaba el pago del recibido en 1824. En 1866 Baring prestó 550.000 libras a 6% anual y lo recuperó enseguida, por ejemplo. Luego entre 1868-1874, para la guerra con Paraguay (terminó en 1871) ocurrió lo mismo. El difícil de cobrar fue siempre el de 1824.
Primer default
El crédito con la Baring Brothers se pagó sólo durante seis semestres. El 13 de junio de 1828, acorralado por el exceso de gastos que implicó la guerra contra Brasil, Manuel Dorrego (entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires) comunicó a la Legislatura -como Adolfo Rodríguez Saá al Congreso en diciembre de 2001- la suspensión de los pagos y justificó esa decisión en no considerar apropiado «emitir papel para enviar oro a Inglaterra porque es añadir combustible a un incendio que lo terminará devorando todo». Fue el primer default en el país que se repetiría por años.
Cuando en diciembre de 1829 asume Juan Manuel de Rosas a cargo de Buenos Aires acepta la deuda con la casa Baring dejada por Dorrego, pero antes de pagar ordena una investigación.
En 1835, con los resultados del informe, decide no pagarla: «El gobierno nunca olvida el pago de la deuda externa pero al presente nada se puede hacer», justificó Rosas.
Desde que se declaró otro default del empréstito inglés, los banqueros londinenses hicieron numerosos intentos por reanudar las conversaciones.
Cada año enviaban misiones para ver qué posibilidades había de cobrarlo pero regresaban a los pocos meses a Londres sin resultados. Mientras tanto los gobiernos pasaban, y la deuda, se acumulaba.
Soluciones
En 1842 Rosas ordenó a su ministro de Hacienda (Manuel Iriarte) «que encuentre algún arreglo». El 17 de febrero de 1843 se propuso al gobierno inglés una opción: ceder la soberanía de las islas Malvinas, que ya habían usurpado, como pago de la deuda. La propuesta no fue aceptada. Pero se arregló comenzar a enviar, a partir del 20 de mayo de 1844, 5.000 pesos fuertes mensuales a cuenta de la deuda. Poco duró este arreglo.
En 1845 la Argentina rompe relaciones con Francia e Inglaterra por el bloqueo anglofrancés que se generó a raíz de la invasión ordenada por Rosas en Rivera (República Oriental del Uruguay). Rosas suspendió nuevamente los pagos.
El 24 de noviembre de 1849 se firmó la paz con Inglaterra y Rosas dispuso reanudar los pagos desde el 1 de enero de 1850.
Pero un año después se produce la batalla de Caseros y de las manos conductoras de Justo José de Urquiza es derrocado Rosas. El país quedó dividido entre la Confederación urquicista y el Estado de Buenos Aires y la deuda dejó, una vez más, de pagarse.
En adelante el crédito de la Baring Brothers se convirtió en una misión para la diplomacia británica. Igual que ahora, se había armado un Comité de Tenedores de Bonos que, en 1852, convencieron a los dueños de la Baring Brothers de enviar un representante ante Urquiza (en ese momento presidente de la Confederación). Tampoco tuvo éxito porque el nuevo gobierno tenía destinado todos sus recursos a los conflictos institucionales internos.
Sin embargo, hombres de negocios británicos instalados en Buenos Aires llevaron una propuesta: reanudar el pago de la deuda a cambio de nuevas inversiones. La Baring Brothers no aceptó. No quería ser quien alentaba nuevas inversiones en un país que no honraba sus compromisos financieros.
En enero de 1854 otro representante de la casa Baring llegó al país, ya con Urquiza como presidente constitucional. Las negociaciones duraron un año pero tampoco se llegó a ningún acuerdo.
En 1855 hubo algún tipo de avance, cuando el nuevo ministro de Hacienda de Buenos Aires, Norberto de la Riestra, retomó algunos de los pagos a los tenedores de bonos aunque desde la Baring no aceptaron esos envíos como un arreglo y manifestaron su disconformidad porque se habían vendido tierras públicas que estaban hipotecadas para el empréstito.
Hacia 1857, la deuda original con la Baring Brothers más los intereses atrasados y punitorios, ascendía a 1.646.000 libras esterlinas. Con De la Riestra se empieza a pagar con normalidad.
El 30 de noviembre de ese año se hizo el nuevo arreglo con los acreedores: se pagarían 36.000 libras esterlinas en 1857; 48 mil en 1858; 60 mil en el ’59; y 65 mil en adelante hasta terminar la deuda. También se emitieron bonos por los intereses atrasados que rendirían 1% entre el ’61 y el ’65, subirían a 2% entre el ’66 y el ’70 y a 3% en adelante. Por esa época sin embargo todavía se discutía si la deuda era del país o de la provincia de Buenos Aires. Finalmente, como el dinero se pidió para fines provinciales pero se usó para fines nacionales (la guerra con Brasil), la Nación tomó a cargo ese pasivo (por ley del 31/10/1866).
Los presidentes que sucedieron a Urquiza continuaron pagando ese préstamo, aunque con algunas dificultades.
Es que a partir de 1860 se había iniciado un proceso de endeudamiento creciente que se usaba fundamentalmente en gastos militares, sobre todo para la inminente guerra con Paraguay. Algunas estimaciones indican que a fines del ’80 la grave deuda argentina era 360% del PBI (la actual es de 140%). Con semejante pasivo, a fines de 1889 llegó la primera gran crisis de la deuda y el crédito con la Baring Brothers cayó dentro de ese nuevo default.
El presidente Carlos Pellegrini (1890-1892) estaba preocupado por la posibilidad de una intervención bélica si no se llegaba a un acuerdo con los acreedores. «No tenemos nada, si no pagamos, seremos inscriptos en el libro negro de las naciones insolventes», decía en esa época Pellegrini.
El programa económico aplicado a partir de 1890 para combatir la crisis priorizaba el tema de la deuda externa.
En 1891 se cerró con los acreedores el Acuerdo Financiero Argentino: a través de un préstamo de la Banca Morgan y un grupo de bancos para pagar los intereses que vencían en los próximos tres años.
A cambio la Argentina se comprometió a reducir el gasto público, aumentar impuestos y restringir la emisión monetaria. En definitiva racionalidad para gobernar (hoy lo llaman despectivamente «ajuste»).
En 1893 a través del Acuerdo Romero se reestructuró toda la deuda externa, incluyendo el préstamo tomado en 1824 con la Baring Brothers.
Pago final
La deuda adquirida en 1824 con la Baring Brothers, más sus intereses acumulados y resarcitorios se canceló en 1904, 80 años después y luego de sucesivas refinanciaciones. El último pago fueron 103.930,83 pesos en concepto de renta y amortizaciones.
Lo que finalmente se pagó en capital, intereses y punitorios, fue calculado hacia 1881 por el director de Crédito Público Nacional, Pedro Agote, en 8 veces superior al importe recibido. Es decir, 23.734.766 pesos fuertes sobre un monto recibido de 2.850.000 pesos fuertes ó 560.000 libras (teniendo en cuenta deducciones por gastos y comisiones e intereses de dos años por adelantado. Sin las deducciones, el total recibido ascendió a 3,5 millones de pesos fuertes).
Sin embargo, se estima que en 1904, cuando se canceló la deuda, 23 años después del Informe Agote, lo que se pagó superó los 30 millones de pesos fuertes.
Fuente: ambito