Creación del obispado de Buenos Aires

Su iglesia matriz es la Catedral Metropolitana de la Santísima Trinidad, ubicada en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.

El 30 de marzo de 1620, el papa Paulo V dividió la diócesis del Río de la Plata, cuya sede estaba en Asunción del Paraguay. Por un lado a la diócesis existente le cambio el nombre, imponiéndole el de “Diócesis del Paraguay o Guaira”, con sede en la misma ciudad de Asunción; y a la diócesis creada por la división le impuso el nombre de “Diócesis del Río de la Plata”, fijándole por sede la Ciudad de la Santísima Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Aires.

Los límites de la nueva diócesis eran imprecisos y comprendían lo que actualmente son las provincias de Santa Fe, Corrientes, Misiones, Entre Ríos, Buenos Aires, el sur argentino, la República Oriental del Uruguay y los estados de Santa Catarina y Rio Grande en Brasil.

En dicho territorio estaban establecidas cuatro ciudades: Santa Fe de la Vera Cruz, fundada por Juan de Garay el 15 de noviembre de 1573; Santísima Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Aires, fundada por Juan de Garay el 11 de junio de 1580; Concepción de Nuestra Señora o Concepción del Bermejo, fundada por Alonso de Vera y Aragón el 14 de abril de 1585; y San Juan de Vera de las Siete Corrientes, fundada por Juan Torres de Vera y Aragón el 4 de abril de 1588.

Al momento de crearse la diócesis del Río de la Plata la única parroquia existente era la de la “Santísima Trinidad” en Buenos Aires (de la cual se conservan libros parroquiales desde 1601), que contaba con dos curatos: el “de españoles” y el “de naturales”, ambos con asiento en la iglesia mayor. En cuanto a las otras ciudades en las tres había templos: el de “Todos los Santos” en Santa Fe, el de “Nuestra Señora del Rosario” en Concepción del Bermejo, y, en Corrientes dicen las crónicas eclesiales: “En 1593, el Padre Baltasar Gómez construyó una capilla con techo de palmas, al este de la Plaza Mayor, la que quedó habilitada en 1598 bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes. En un ataque de los indios a la población, se preservó milagrosamente del fuego una cruz de urunday enclavada en el fuerte. Esta cruz es venerada por la población”.

El mismo 30 de marzo de 1620, el Papa Paulo V preconizó como primer obispo del Río de la Plata a Fr. Pedro Carranza, carmelita, natural de Sevilla.

Fray Carranza llegó a Buenos Aires el 9 de enero de 1921, tomando posesión de la diócesis el 17 del mismo mes. El 7 de marzo inició la visita canónica a su diócesis comenzando por parroquia de la Santísima Trinidad. Al cabo de la misma, envió al rey sus primeras impresiones informando que “la ciudad contaba con unas cien casas, que en la misma había una sola iglesia de clérigos y que era tan indecente que en España había lugares en los campos de pastores y ganados más acomodados y limpios”.

En mayo de 1921 partió hacia Santiago del Estero para recibir su consagración episcopal, la que tuvo lugar el 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, de manos de Mons. Julián de Cortazar, obispo de Córdoba del Tucumán. De regreso hacia Buenos Aires, pasó por Santa Fe donde impartió el sacramento de la confirmación, fundó una escuela para enseñar la doctrina cristiana a los niños y puso en marcha la construcción de la iglesia mayor; visitó los pueblos aborígenes de los calchines, mocoretaes y chinaes catequizando y administrando los sacramentos. De regreso pasó por la reducción de Santiago de Baradero. El 16 de septiembre de 1621 llegó a Buenos Aires, donde fue recibido por los vecinos con algarabía en un clima de fiesta.

Instalado en la sede conformó el cabildo eclesiástico, dictó normas básicas para la vida del clero, el culto y la administración de la iglesia. El 26 de junio de 1622 ejecutó la bula de erección del obispado con la consagración de la iglesia catedral.

Dos portentos de Dios ocurrieron en esos años en jurisdicción de la diócesis del Río de la Plata: por un lado, en 1624, se inauguró con la bendición de Fray Carranza el nuevo templo consagrado a la Virgen de Itatí (actual provincia de Corrientes). La imagen de la Virgen había sido robada del oratorio en el paraje Yaguari y encontrada en una piedra del río cerca de la desembocadura del arroyo San Juan. Por ello las autoridades decidieron trasladar a ese lugar la reducción y allí se levantó el nuevo templo. Por otro, el 8 de mayo de 1630, se produce el milagro de la Virgen de Luján, aquella imagen de la limpia y Pura Concepción que decide permanecer a orillas del río de Luján en la estancia de Rosendo, donde se levantará un oratorio, que será autorizado por el obispo.

Las parroquias surgidas en el siglo XVII

Fray Pedro Carranza falleció en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1632 y como vicario capitular “Sede vacante” el Cabildo Eclesiástico designó al deán Francisco de Saldívar, quien rigió la diócesis hasta 1635, sucediéndole por poco tiempo el canónigo Lucas de Sosa y Escobar.

En este lapso de tiempo fue creada la segunda parroquia de la diócesis del Río de la Plata, la de “Todos los Santos” en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, el 18 de junio de 1634.

El 17 de agosto de 1635, fue preconizado como segundo obispo del Río de la Plata, Fray Cristóbal de Aresti, benedictino, quien llegó al Buenos Aires el 26 de abril de 1636.

Pocos días después se produjo otro acontecimiento sobrenatural en jurisdicción de la diócesis de Buenos Aires, un cuadro pintado por el hermano Luis Berger conocido como “de la Pura y Limpia Concepción” comenzó a traspirar: “El 8 de mayo de 1636, en el templo de la Compañía de Jesús, el Padre Rector, Pedro de Helgueta, oraba arrodillado frente al cuadro de Nuestra Señora, como todas las mañanas. Habiendo finalizado la Misa, alrededor de las ocho horas, el Padre levantó la vista hacia el cuadro y se sorprendió por lo que creyó era humedad del ambiente condensada en la pintura. Pero pronto comprendió que el brillo tenía un origen distinto.

Incorporándose descubrió que de la mitad de la Imagen para arriba la pintura estaba totalmente seca, mientras que hacia abajo corrían hilos de agua resultantes de innumerables gotas emanadas en forma de sudor. Siguió recorriendo con la vista hacia abajo y comprobó que el caudal ya estaba mojando los manteles del altar y el piso.

Al ver el asombro del sacerdote, varias personas que aún permanecían en la iglesia se acercaron y pudieron conocer lo que estaba ocurriendo. Comenzaron a embeber aquel agua en algodones y lienzos, mientras el número de fieles y curiosos crecía junto al júbilo y las exclamaciones. Las campanas de la Iglesia no pararon de repicar, para anunciar a todo el pueblo lo que estaba sucediendo”.

En 1639 falleció Fray Cristóbal de Aresti y se sucedieron como vicarios capitulares, el canónigo Luis de Azpeitía (1638-1642), el deán Pedro Montero de Espinosa (1642-1643), Gabriel de Peralta (1644) y el canónigo Lucas de Sosa (1644-1645)

El 13 de enero de 1642, el papa Urbano VIII preconizó como tercer obispo a Fray Cristóbal de la Mancha y Velazco, dominico, quien tomo posesión de la diócesis el 9 de julio de 1645. Entre 1647 y 1648, realizó la visita canónica a la diócesis, visitando Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y los pueblos de las misiones. Como resultado se fijaron los límites del obispado tomando como división el Paraná, los pueblos ubicados al sur del río dependían de la diócesis de Buenos Aires, y los al norte a la diócesis del Paraguay.

Fray de la Mancha y Velazco desmembró la Parroquia de la Santísima Trinidad, dejando a esta iglesia como sede del “Curato de los Españoles” y al “Curato de los Naturales” le asignó como sede la Iglesia de San Juan Bautista (en las actuales calles Alsina y Piedras).

A partir de 1668 el obispo comenzó a realizar una segunda visita canónica a la diócesis, encontrándose a la ciudad Santa Fe de la Vera Cruz emplazada en su nuevo lugar.

En 1670, Fray de la Mancha y Velazco, acompañado por el gobernador José Martínez de Salazar y ambos cabildos, trasladó en solemne procesión a la imagen de la Virgen de Luján hasta su actual emplazamiento, en la estancia de Ana de Mattos.

El obispo falleció el 7 de abril de 1673, sucediéndole como vicario capitular “sede vacante”, el deán Valentín Escobar y Becerra.

El 16 de mayo de 1677 tomó posesión del gobierno diocesano el cuarto obispo, Mons. Antonio de Azcona Imberto, del clero diocesano, quien había sido preconizado por el Papa Inocencio X el 19 de octubre de 1676.

Mons. Azcona, el 2 de febrero de 1680 erigió la tercera parroquia de la diócesis de Buenos Aires, la del “Santísimo Sacramento” en Colonia del Sacramento, Banda Oriental del Uruguay. Entre 1681 y 1682 recorrió la diócesis realizando la visita canónica. Años después, el 1º de septiembre de 1694, erigió la cuarta parroquia, la de “Nuestra Señora del Rosario” en la ciudad de San Juan de vera de las Siete Corrientes.

El 19 de febrero de 1700 falleció el obispo Azcona Imberto, sucediéndole como vicario capitular “sede vacante” el deán Domingo Rodríguez de Armas, quien gobernó la diócesis hasta 1713.

Al finalizar el siglo XVII y con ochenta años de antigüedad la diócesis contaba solamente con cuatro parroquias, una de ellas, la de Buenos Aires, con dos sedes, una para los españoles y otra para los naturales. La escasez de clero y la pobreza de las ciudades fueron los motivos principales en este magro crecimiento parroquial de la Diócesis de Buenos Aires.