La Generación del 80 y su proyecto

Bajo la denominación de la Generación del 80 se conoce a la élite gobernante de la República Argentina durante el crucial período de la República Conservadora que se extendió entre 1880 y 1916.

En la historia se conoce como la Generación del 80 a la élite conservadora que gobernó Argentina entre 1880 y 1916, a través del Partido Autonomista Nacional, heredero del Partido Unitario de tendencia liberal. Su artífice fue el presidente Julio Argentino Roca, militar a cargo de la campaña militar contra los pueblos aborígenes patagónicos conocida como la Campaña del desierto (1878-1885).

Originalmente, el término “Generación del 80” fue acuñado por el intelectual Ricardo Rojas en la década de 1920, para referirse a “Los modernos”, el grupo de escritores e intelectuales que florecieron durante el gobierno conservador de finales del siglo XIX y principios del XX.

Este modo de referirse a los pensadores de la época fue usado por otros historiadores y ensayistas que incorporaron también a políticos y científicos. Finalmente, el crítico y escritor David Viñas (1927-2011) en 1964 delimitó su sentido en lo que hoy comprendemos, es decir, un conjunto de intelectuales y políticos de raigambre conservadora, oligárquicos y asociados al sector ganadero del país.

La Generación del 80 fue heredera consciente del pensamiento de la Generación del 37, esto es, de un movimiento intelectual de mediados del siglo XIX cuyas obras literarias reflejaban su lucha por abandonar el sistema monárquico y construir una democracia liberal. La generación del 37 incluía autores como Esteban Echeverría (1805-1851) o Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).

Sin embargo, la Generación del 80 abrazaba el ideal positivista de la época, que depositaba su fe en “el orden y el progreso” (según la fórmula de Auguste Comte). Esto quiere decir que apostaban por una educación a la europea, alejada de las herencias originarias americanas, ya que gauchos e indios eran vistos como bárbaros, representantes del atraso.

Sin embargo, la Generación del 80 abrazaba las ideas liberales de la Ilustración francesa, y por lo tanto luchó por minimizar el poder de la Iglesia sobre el Estado, a través de leyes modernas sobre matrimonio, el Registro civil y la enseñanza primaria pública, obligatoria, gratuita y laica. Su cometido, en términos de Juan Bautista Alberdi (1810-1884), era “civilizar el país”, dado que al fin se lo había podido consolidar de manera unificada.

Para ello, esta generación abrió las puertas de Argentina a la inmigración europea masiva, en medio de una etapa de expansión económica que la hizo propicia. Además llevó adelante, junto a los estancieros de la Sociedad Rural Argentina, la organización del modelo agroexportador que trajo un auge económico sin precedentes a la nación.

Sus métodos pueden definirse como una combinación de liberalismo económico y conservadurismo político: a pesar de la abierta oposición de los partidos socialistas, los movimientos anarquistas y sindicalistas, la élite conservadora gobernó durante más de 30 años continuos mediante el fraude electoral, propiciado por un sistema de voto “cantado”, sin padrones oficiales, y mediante el ejercicio de la intimidación y la violencia política.

Estos métodos le garantizaron a la Generación del 80 una oposición continua y cada vez más radicalizada. Finalmente sus opositores se alzaron en armas en la Revolución del Parque en julio de 1890, dirigida por la recién creada Unión Cívica de Leandro Alem (1842-1896) y Bartolomé Mitre (1821-1906).

Los opositores supieron capitalizar el descontento producido durante la depresión económica de los años anteriores (el llamado “Pánico de 1890”), fruto a su vez del estallido de la burbuja financiera local durante el gobierno de Miguel Juárez Celman (de 1886 a 1890). Aunque la insurrección fue aplacada por las fuerzas conservadoras, se forzó la renuncia de Celman.

Estos eventos obligaron al gobierno conservador a dar tímidos pasos hacia las mejoras sociales reclamadas por la clase media y los sectores obreros. Así surgieron las primeras leyes del trabajo de la época (1907).

Pero resultaron insuficientes, y frente a las huelgas constantes, las críticas de la prensa y del ala modernista del propio Partido Autonomista Nacional, fue necesario reformular el sistema electoral para implementar el voto secreto, universal y obligatorio a través de la Ley Sáenz Peña de 1912.

Fue así como el régimen conservador perdió el poder en 1916, en las primeras elecciones celebradas con el nuevo modelo de sufragio, otorgándole el poder al radical Hipólito Yrigoyen (1852-1933), representante de las clases medias argentinas. Así, la Generación del 80 llegó a su final.

Representantes de la Generación del 80

Julio Argentino Roca (1843-1914), presidente entre 1880 y 1886, y nuevamente entre 1898 y 1904, fue también líder militar de la “Campaña del desierto” contra los pueblos aborígenes patagónicos antes de acceder a la política.
José Eduardo Wilde (1844-1913), médico, periodista, escritor y diplomático, autor de obras como Los Descamisados, Prometeo & Cía o La primera noche en el cementerio. Fue profesor de la UBA y director del departamento de salud del gobierno en varias ocasiones, desde donde combatió la fiebre amarilla en Buenos Aires y la peste bubónica en Asunción, Paraguay.
Roque Sáenz Peña (1851-1914), abogado y político del sector modernista del Partido Autonomista Nacional, gobernó la nación argentina entre 1910 y 1914, falleciendo en el mandato, pero alcanzando a reformar el sistema de sufragio. Es hijo de Luis Sáenz Peña, también presidente del país entre 1892 y 1895.
José Figueroa Alcorta (1860-1931), abogado de profesión, fue el único político capaz de ocupar la cabeza de los tres poderes del Estado: presidente del senado (como vicepresidente) entre 1904 y 1906; presidente de la nación entre 1906 y 1910; y presidente de la Corte Suprema de Justicia de 1929 hasta su fallecimiento.
Carlos Pellegrini (1846-1906), abogado, periodista, retratista y traductor, fue vicepresidente y luego presidente de la República, asumiendo este último cargo tras la Revolución del Parque y la deposición de Juárez Celman. Su presidencia fue ardua, entre crisis económica y caos revolucionario, pero logró sanear la economía y fundar el Banco de la Nación Argentina (el banco central), alcanzando la prosperidad económica en los años venideros. Por ello se le apodó como “el piloto de tormentas”. También fue obra suya la eliminación de la censura y del estado de sitio que regía desde la presidencia anterior.

Fuente: concepto

Capítulos relacionados por etiqueta