Historia de barrio: Hoy Floresta

Un 12 de enero de 1854 dió comienzo la instalación de las primeras vías del Ferrocarril del Oeste que iba a unir la Plaza del Parque (hoy Lavalle) con la estación ubicada en las inmediaciones del kiosco «La Floresta».

La historia del barrio comienza hace varios siglos. Fue el 4 de junio de 1588 cuando Juan Torres de Vera y Aragón le otorga una especie de chacra a Juan García de Taborejo.

Poco después entrega otra porción a Gaspar Méndez. Sobre parte de estas tierras se formará el barrio de La Floresta. El 17 de febrero de 1609 las extensiones descritas pasan a ser propiedad de Mateo de Ayala.

El 13 de mayo de 1808 Norberto de Quirno y Echandía adquiere 1200 varas de frente al riachuelo por una legua de fondo.

Al parecer «La Floresta» se denominaba a una especie de kiosco o de bar que situado en las cercanías de la estación (Bahía Blanca y Chilecito), servía de recreo para los viajantes que venían en tren desde la zona céntrica de nuestra ciudad.

La chacra de Quirno y el barrio de Floresta

Las tierras linderas a las descriptas que habían correspondido a Taborejo en 1588, luego de sufrir la natural evolución del patrimonio familiar por compras, legados, ventas y dotes fueron adquiridas en 1808 por el inmigrante vasco-francés don Norberto de Quirno y Echeandía y su esposa doña María Manuela González de Noriega y Gómez Cueli, quienes propendieron al mejoramiento de la finca plantando árboles frutales, levantando hornos de ladrillos e instalando un tambo modelo.

Ubicándonos conforme la actual nomenclatura vial este latifundio estuvo demarcado por la avenida Álvarez Jonte al norte, las avenidas Mariano Acosta-Segurola al oeste, el Riachuelo al sur y el eje de las calles Varela-Concordia al este.
El 31 de mayo de 1806 se erigió formalmente el Curato de San José de Flores cuya dilatada jurisdicción abarcaba desde el hoy barrio de Almagro hasta la localidad de Ciudadela y desde el Riachuelo hasta la avenida Francisco Beiró.

Pese a su elevada posición social Quirno se hallaba acuciado por diversas deudas contraídas desde 1805 que le obligaron a fraccionar algunos potreros de su chacra. Luego de un dilatadísimo pleito judicial con su principal acreedor, Esteban Villanueva se arribó a un acuerdo el 26 de agosto de 1842 brindando solución definitiva a la controversia, quedando el último nombrado como propietarios de toda la extensión.

Los herederos de Villanueva vendieron la heredad al año siguiente resultando comprador Nicolás Giráldez, quien tiempo más tarde sufrió el concurso de sus bienes viéndose obligado a desmembrar toda la extensión. Resultaron adquirentes entre 1847 y 1855 Isidro Silva, Vicente Silveira, Ramón Martínez, Vicente Zavala, Pedro José Martínez, José Bergalo y Faustino Ximénez.

La porción que perteneció a Ximénez será la que ocupe nuestra atención dado que sobre ella se formó el casco histórico del barrio de “La Floresta”. Se trataba de una quinta oscilante en unas treinta hectáreas deslindadas entre las presentes avenidas Rivadavia, Segurola, Gaona y una línea divisoria que corta en sesgo algunas manzanas de terreno que ubicamos en las inmediaciones de la calle Concordia.

Lo cierto es que don Faustino, prominente Juez de Paz del partido de San José de Flores, había llegado a poseer estas tierras con dinero proveniente de una herencia de su finada esposa Juana Rita Pintos y por el deceso de dos de sus menores hijos, siendo además apoderado general de sus cinco vástagos restantes. En este caso los apremios económicos también estuvieron presentes hipotecándose toda la extensión a favor del Banco de la Provincia y otros acreedores privados.

La llegada del ferrocarril en 1857, cuyos antecedentes son narrados en el siguiente acápite, fue muy bien aprovechada por la familia amanzanando toda la extensión y dividiéndola en lotes de diez varas de frente. Luego de veintiuna ventas particulares que dotaron de seiscientos sesenta y dos mil pesos al quebrado patrimonio familiar, el terreno fue mensurado por el agrimensor municipal Felipe José de Arana, comenzándose su loteo en 1873. El plano de división y adjudicación fue aprobado el 18 de abril de 1874. Mientras tanto, los corredores inmobiliarios habían comenzado su labor algún tiempo antes promocionando entre muchos otros el Gran Remate en La Floresta para el domingo 25 de enero de 1874, con lotes junto a la Gran Estación La Floresta a seis meses de plazo y con pasajes gratis de ida y vuelta en ferrocarril. Por su parte la firma Adolfo Bullrich & Cía, ofrecía para el domingo 6 de septiembre del mismo año “…los mejores lotes sobre el Camino Real de Flores……”.

La misma familia destinó una manzana para plaza pública que es la circundada por las calles Avellaneda, Bahía Blanca, Bogotá y Chivilcoy. El espacio comenzó a parquizarse hacia 1880 y durante los primeros lustros del siglo XX en su centro se pudo ver una magnífica pérgola donde frecuentemente se ubicaban distintas orquestas típicas que con sus acordes deleitaban a la concurrencia. Fue conocida como Plaza de La Floresta, hasta que una ordenanza municipal del 28 de noviembre de 1894 la llamó Vélez Sarsfield.

Hacia 1881 los señores Pedro María Moreno, Domingo Zunini, José María Ginés y el afamado jurisconsulto Ramón Burgos, eran los propietarios de mayor envergadura de toda la zona.