Gabino Ezeiza

El 3 de febrero de 1858 nacía en San Telmo este afrodescendiente, emblema de la payada rioplatense.

Así como José Hernández para la literatura gaucha, Gabino Ezeiza se convirtió en el referente por excelencia de la payada argentina. La payada, asociada a las pulperías, al gaucho, al trabajo en el campo, tiene como principal referente a un porteño descendientes de negros esclavizados, un ejemplo más de cómo la mixtura entre lo migrante, lo indígena y lo criollo conforman parte de la identidad nacional, en esta parte de la región.

Gabino Ezeiza nació en el verano de 1858, aunque hay cierta polémica por su fecha: hay quienes dicen que fue el 3 de febrero; y otros, el 19 de febrero. Lo cierto es que, por ese entonces, los afro constituían un núcleo importante en la población de Buenos Aires y se concentraban, en su mayoría, por los barrios de Balvanera, Montserrat, San Telmo y Catedral. La zona era llamada despectivamente como “El Mondongo”, debido a la cantidad de africanos y afrodescendientes que la habitaban.

Hijo de Joaquina García y de Joaquín Ezeiza -quien había servido a la familia Ezeiza, de ahí su apellido-, se desconoce cómo fue que Gabino se inició en el arte de la payada. La leyenda cuenta que a los 15 años le regalaron su primera guitarra, luego de la experiencia de haber escuchado, en una pulpería, al famoso payador Pancho Luna, quién lo deslumbró. Más tarde, se convirtió en su maestro. Sus primeros acercamientos con la palabra y el verso fueron a través del periódico La Juventud, donde colaboraba publicando poesías.

A orillas del Plata

Bogaba un marino
del Plata a la orilla,
en una barquilla
con increíble afán.
Cortando las olas
que al verse vencidas,
van y embravecidas
en las toscas dan.

Mas llega la barca
de la tosca al lado,
feliz ha llegado
y en tierra saltó
alegre el marino
risueño el semblante…

(Verso publicado en el primer número de La Juventud, 1 de enero de 1876)

Combate de payadores

Las payadas tuvieron un enorme desarrollo en Sudamérica, sobre todo en la Argentina, el sur de Brasil, parte de Paraguay, Uruguay y Chile. En 1884 se realizó en Paisandú el primer combate de payadores, que tuvo como protagonistas a Gabino Ezeiza y al oriental Juan de Nava. Gabino resultó ganador con su décima “Heroíco Paisandú”, un tema que se presenta en los primeros cuatro versos, se desarrolla en los seis siguientes y en el décimo concluye.

Debido a ese histórico contrapunto con Juan de Nava, desde 1992, todos los 23 de julio se celebra en la Argentina el Día del Payador.

Sus payadas memorables

Gabino Ezeiza se hizo conocido en las dos orillas por innovar en las formas de la payada, producir cierto contraapunto con sus versos que endulzaban y picanteaban las pulperías, e introducir el ritmo de la milonga. Hasta entonces, los payadores cantaban en cifras y habaneras. Se dice que la primera vez que Gabino utilizó la milonga en la payada fue durante un encuentro, con Nemesio Trejo. A partir de ahí, la payada con milonga se popularizó.

En el contrapunto, cada payador responde las preguntas de su contrincante y, luego, pregunta del mismo modo. Puede durar horas y finaliza cuando uno de los cantantes no puede responder rápidamente a la pregunta de su rival.

«Ese moreno poeta/ que tanta fama le dan/ díganle que Santillán/ a ningún negro respeta”, le mandó a decir Maximiliano Santillan, payador santiagueño, invitándolo a un desafío ante la vista de todos.

Otro de sus contrincantes y colegas más conocidos fue el payador Pablo José Vázquez. Uno de encuentros inolvidables ocurrió en 1894, en el Teatro Florida de Pergamino. Duró dos días y Vázquez resultó vencedor. Varios versos de esas noches quedaron registrado en versiones de copistas y taquígrafos.

Innumerables fueron sus actuaciones que, como un poeta errante, iba desplegando por los pueblos y ciudades de la Argentina y países vecinos. Su última actuación fue el 30 de setiembre en el Teatro La Perla, en Avellaneda.

Gabino Ezeiza murió en Buenos Aires el 12 de octubre de 1916. En su casa, en el barrio de Flores, se leía en una placa: «Allí, a los 58 años murió en su humilde casa, pobre como todos los juglares del pueblo». El legado de Gabino continua creciendo en la nuevas generaciones, con nuevos espacios y nuevos horizontes.