William C. Morris pedagogo, filántropo y fundador de Escuelas e Institutos

Llegó a administrar 32 propiedades educativas y recorría puerta a puerta con su pequeña valija de cuero solicitando donaciones a su causa, contando así con más de 250.000 alumnos en sus registros oficiales.

De padres ingleses, su padre, de condición humilde, era un predicador no afiliado a la Iglesia (Anglicana) de Inglaterra. Su madre falleció cuando William tenía apenas cuatro años.

William Morris emigro a Itapé, Paraguay con sus dos hermanos, su hermana y su padre en 1872 en un emprendimiento de colonos. Debido a que la empresa que los había traído y contratado se desintegró ni bien llegaron, la familia Morris decidió moverse hacia el sur afincándose en una zona rural en la provincia de Santa Fe, Argentina en 1873. Aquí, las penurias económicas agobiaban a los Morris. William, que de pequeño demostraba su interés por la lectura apenas si tenía tiempo para dedicarse a ella ya que debió trabajar como granjero cuidando ganado y luego como empleado doméstico al servicio de un médico adinerado. Allí recibía mal trato y un día, exasperado por la necesidad, robo unas monedas para comprar salame y al descubrir el patrón la acción lo dejó en la calle.

Por vivir en la campaña, las migraciones constantes y la pobreza, su educación escolar fue deficiente, curso estudios hasta tercer grado y a pesar de la escasa educación formal el joven Morris procuro aprovechar las posibilidades que le ofrecían las bibliotecas donde fue viviendo y leyendo por las noches, para formarse solo o como dicen los ingleses «a self made man«, («Hombre hecho a sí mismo»).

Ya adulto y con 22 años de edad William Morris se dirigió a Buenos Aires en 1886 instalándose en la zona del puerto de La Boca donde trabajó como pintor de barcos y empleado en una oficina. Allí, en “La Boca” en lo que William Morris describió como “el peor barrio de Buenos Aires” comenzó a congregarse en la Iglesia Metodista local. La Boca por ese entonces era un conglomerado plagado de conventillos, inmigrantes pobres, desilusionados y de niños que no tenían más perspectiva que la de mayor pobreza, promiscuidad y delincuencia. Este cuadro de terrible indigencia movilizó a Morris que vio en La Boca un futuro de condenados sociales y excluidos. Ese impacto movió su vocación cristiana en favor de la infancia abandonada que lo convertiría en maestro y guía de niños y jóvenes. Con el poco dinero con que contaba en 1888 alquiló un pequeño y descuidado conventillo para abrir un humilde comedor para los niños de la calle. En ese mismo lugar abrió una escuela dominical de la que se ocupaba personalmente costeando de su bolsillo el salario de un joven maestro durante la semana y encargándose él mismo de la instrucción religiosa los días domingos. Los niños recibirían “pan para el cuerpo y el alma”.

En 1889 fue aceptado como predicador local por la Iglesia Metodista de La Boca, con lo que la actividad del joven misionero laico ganó mayor autoridad en el barrio de La Boca. Ese mismo año se casó con una joven inglesa, Cecilia Kate O´Higgins, quien había llegado al país con el pastor Stockton. Cecilia compartía con William Morris el destino de haber quedado huérfana de madre a los pocos años de vida. Al poco tiempo de casarse, tuvieron un hijo que falleció a los pocos meses. Esta trágica experiencia parece haber impulsado al matrimonio a consagrarse por completo al servicio de miles de niños. Su obra fue encuadrada rápidamente dentro del marco de la Iglesia Metodista, de la cual Morris era predicador y miembro: éste es el origen de la Misión Metodista de la Boca y el principio de su vida como filántropo.

En algún momento entre 1895 y 1897 Morris viajó a Inglaterra para obtener fondos para la misión. Durante ese viaje entabló contacto con la South American Missionary Society, una sociedad misionera anglicana que se ofreció a solventar parte de los gastos de una misión educativa, y de la cual se convirtió en agente. A su vuelta a la Argentina, Morris abandonó la Iglesia Metodista y fue ordenado presbítero de la Iglesia Anglicana por su primer obispo para América del Sur, Waite Stirling.

El 27 de junio de 1899 fundó en el barrio de Palermo, en la zona que era conocida por el nombre de «Tierra del Fuego», a causa de su lejanía de lo entonces considerado civilizado, la capilla anglicana de San Pablo (actualmente llamada Iglesia San Pablo de la Unión de las Asambleas de Dios, ubicada en Charcas 4670), y comenzó una labor misionera constante, que incluyó visitas al cercano penal de Palermo para predicar a los presos, grupos de colaboradores que visitaban las casas de los vecinos más necesitados, distribución gratuita de Biblias, además de grupos de oración y de discusión de temas religiosos. En 1898 alquiló una casa en la esquina de Uriarte y Güemes e inició la primera de las Escuelas Evangélicas Argentinas, con un grupo de niños a los que encontró vagando por el barrio.

En 1899, el número de educandos se multiplicó y eran más de cien los alumnos. Además abrió una escuela para mujeres, y más tarde otra en Maldonado. En 1904, las «Escuelas Evangélicas Argentinas», tenían una inscripción de 2.700 alumnos.