«Sociedad de la Misericordia», institución que albergaba ancianas de buena familia

Escondido en plena Recoleta, el Hogar de la Misericordia es un rincón de alto valor patrimonial.

En 1872, un grupo de mujeres comprometidas con el quehacer social de su época fundó la Sociedad Damas de la Misericordia. Esta organización constituida en la Ciudad de Buenos Aires fue reconocida como persona jurídica por decreto del 16 de septiembre de 1884. De esta manera, se convertiría en una de las entidades de bien público más antiguas del país. La gran manzana de Peña, Larrea, Melo y Azcuénaga que fue asignada por el intendente Torcuato de Alvear hace años a la Sociedad de Damas de la Misericordia y sus instituciones sociales, cuando Recoleta era campo. En 1884, la Sociedad obtuvo en concesión esta manzana despareja y rural, y comenzó las obras.

La «Casa de la Misericordia» funcionaba como lo que hoy denominaríamos «residencial geriátrico» «donde se recogen todas aquellas damas de figuración social en el país, a quienes las circunstancias de la vida han puesto en necesidad de buscar un amparo decoroso, sin menoscabo para la tradición del apellido que llevan…

No era un asilo, en el sentido general de la palabra, sino una gran casa de familia acomodada, en que las personas que habitaban eran todas de la misma clase social…»; así, transcurrían allí, sus últimos años, disfrutando de su frondoso jardín, dedicadas a labores o rezando aquellas grandes damas del tiempo de la independencia y luchas civiles, testigos también, de la consolidación del país como estado moderno y progresista.

El artículo de Caras y Caretas del 4 de julio de 1903 nos sumerge en las deliciosas anécdotas de don Santiago Calzadilla relatadas en «Beldades de mi tiempo», dado que las ancianas señoras recuerdan viejas anécdotas de los salones porteños y donde el octogenario doctor Manuel Luparti, el único hombre que convive con tan ilustrísimas damas, se refiere al «muchacho» Victorica, que «es un capullo de algodón y mucho menor que Luisito Sáenz Peña, a quien conoció en el año treinta y tres»