Madame Lynch y Francisco Solano López, una historia de amor hasta el final
En la guerra contra el Paraguay, la figura de “madame” Lynch, compañera del presidente Francisco Solano López, se convertirá en legendaria.

Eliza Alice Lynch Loyd, conocida como Elisa Lynch y usualmente como Madame Lynch fue una figura pública de la Historia de Paraguay, que ejerció como virtual primera dama durante el gobierno del presidente de la república del Paraguay, Francisco Solano López, a quien acompañó hasta su muerte.
Nacida en Irlanda cuando toda Irlanda estaba sometida al imperio de Inglaterra, es decir dentro del Reino Unido, hija del médico John Lynch y de Jane Lloyd (o Clarke), mayor de cuatro hermanos, quedó huérfana de padre a los 5 años.
El 3 de junio de 1850, a los quince años de edad, se casó en la parroquia de Folkestone, condado de Kent, con el médico militar francés Xavier de Quatrefages, luego destinado en la guerra de Argel, en África; pronto viajaron desde allí a París. El matrimonio se separaría en 1853, aunque no sería anulado hasta mucho más tarde.
A los 20 años, en un baile dado en el Palacio de las Tullerías por Napoleón III, Elisa conoció a Francisco Solano López, hijo del presidente del Paraguay, Carlos Antonio López, de visita en París y gran admirador del emperador, y al hermano de éste, Benigno.
Francisco Solano López estaba recorriendo Europa para capacitarse militarmente y buscando materiales para sus industrias y ferrocarriles, de ingenieros y médicos para promover la economía de su país. En Inglaterra había comprado el armamento necesario y el buque Tacuarí.
Esta legendaria historia de amor tiene mucho de ficticio, real y hasta mítico. Pero los libros hacen mucho énfasis en el poder que tenía la amada del entonces presidente de la República y de cómo pudo esto afectar a Paraguay en lo político y social de la época.
Francisco y Elisa tuvieron siete hijos: Corine Adelaida, quien falleció a los seis meses de vida; Francisco, más conocido como Panchito; Enrique Venancio Víctor; Federico Carlos; Carlos Honorio; Leopoldo y Miguel Marcial, este último ya nacido durante la contienda.
Pero esta historia de amor nunca estuvo basada en la monogamia. Madame Lynch y mariscal López nunca estuvieron casados, y, según la historia, era de público conocimiento que Francisco tenía otras relaciones amorosas, pero era Elisa con quien tenía un vínculo más fuerte y de compañerismo.
Elisa Lynch estuvo siempre al lado de su amado, incluso en los momentos más duros para el país. Durante la guerra, no lo dejó solo. Iba con él en todas las batallas, le aconsejaba y lo sostenía.
Al estallar la Guerra de la Triple Alianza se dio a sí misma el título de «mariscala», y comenzó a lucir vistosos uniformes militares. Acompañó a López en sus numerosas visitas al frente y en la vida de cuartel. Se dedicaba a curar a los heridos y se transformó en un símbolo para las tropas.
No puso reparos a la paranoia que comenzó a distinguir al mariscal, y no protestó ante las sucesivas ejecuciones que éste ordenó. No obstante, defendió a algunos prisioneros y salvó a muchos de ser fusilados, entre ellos al coronel Juan Crisóstomo Centurión, que relataría en sus memorias cómo Madame Lynch pidió por su vida, cuando había sido ordenado su fusilamiento.
Acompañó al presidente en la interminable retirada hacia el norte, abandonando primero Asunción y después – tras una dura resistencia – todos los pueblos del interior a sus enemigos.
Cuando el 1º de marzo de 1870, el presidente fue muerto en el Combate de Cerro Corá, su hijo Panchito López intentó defenderla, por lo cual también fue abatido. Cuando los soldados brasileños intentaron apoderarse violentamente de ella, logró ser respetada aduciendo su condición de súbdita de Inglaterra. De modo que los oficiales brasileños ordenaron que fuese llevada a Asunción. Antes de ello cavó la fosa en la que enterró los cuerpos del mariscal López y de su hijo Panchito.
Capturada Elisa Lynch, todos sus bienes fueron embargados y ella deportada, comenzando una larga etapa de viajes y juicios para recuperar su patrimonio, hasta su muerte en París en 1886.