La llegada del tren a la ciudad costera de Mar del Plata

Mar del Plata le debe mucho al ferrocarril. El primer tren llegó el 26 de septiembre de 1886 a la actual ciudad balnearia, en ese entonces una pequeña villa casi desconocida, impulsado por una locomotora Beyer Peacock.

El modelo de desarrollo económico, territorial y poblacional argentino estuvo, durante décadas, ligado al paso del ferrocarril. La red ferroviaria argentina llegó a comprender 45.000 kilómetros de vías operativas, siendo una de las más extensas del mundo. No sólo la producción agrícola ganadera era transportada en tren, sino también era utilizada para viajar por millones de pasajeros. El tren conectaba a la ciudad de Buenos Aires con diversos puntos del interior del país y las provincias entre sí. La historia comenzó en 1854, al concretarse la firma de diversos contratos con empresas de origen inglés. Para 1900 ya se habían construido 16.500 kilómetros de vías, alcanzando un tráfico anual estimado en 18 millones de pasajeros y casi 12 millones de toneladas de carga. En la actualidad, poco ha quedado de todo lo construido.

Las estaciones de tren no eran un simple punto logístico, se erigían como el eje central de la vida social y de la economía de cientos de localidades. En las estaciones se nacía, se comerciaba, se gestaba el futuro de las mismas. Mar del Plata no fue la excepción.

La llegada del Ferrocarril del Sud

Hacia fines de 1800, Mar del Plata se estaba consolidando como la ciudad balnearia de las familias adineradas de Buenos Aires. Las mismas comenzaron a construir suntuosas residencias a las que se trasladaban, junto a sus familias y una abultada cantidad de personal de servicio, desde noviembre hasta Semana Santa de cada año. En sus inicios, las familias porteñas más pudientes sustituyeron sus veraneos en sus quintas de San Isidro o Floresta por las playas marplatenses, y los carruajes por el tren como medio de transporte. El trayecto de 404 kilómetros, en el Ferrocarril del Sud (el Roca), duraba 10 horas, con paradas intermedias, y se lo consideraba un “placer”. Comidas y vagones de madera lustrosa, alojamientos de primera y un vagón exclusivo para el traslado de caballos. Era un viaje a toda orquesta, hacia un destino con perfil aristocrático.

La compañía de origen británico «Gran Ferrocarril al Sud de Buenos Aires» inició sus obras en el año 1864, partiendo de la estación Constitución. Veinte años después había logrado conectar ciudades como Chascomús, Dolores, Azul, Flores, Ayacucho, entre otras. Para Abril de 1884 se logró uno de los principales objetivos, que era unir Azul con Bahía Blanca, sede de un nuevo puerto en la costa atlántica que posibilitaría la exportación de parte de la producción agrícola ganadera de la provincia.

Sin embargo, el transporte hacia la ciudad turística argentina aún representaba un desafío. El ramal existente llegaba hasta la estación en Maipú, debiendo completar el resto del trayecto en un dificultoso viaje en carreta a través de un precario camino. Atento a solucionar este problema y apostando al futuro del turismo y la ciudad, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dardo Rocha, decidió gestionar la llegada del tren. El primer tren finalmente arribó a Mar del Plata un 26 de setiembre de 1886. Ese fue el primer impulso hacia la consolidación de la Brighton argentina.