La fuga de Ricardo López Jordán

El 10 de diciembre de 1876 fue tomado prisionero, en territorio correntino, mientras dormía. Fue embarcado en Goya y enviado a Paraná, donde quedó a disposición del juez local. Pero el magistrado fue recusado por falta de imparcialidad, ya que en público lo llamó «el forajido del 11 de abril».

El año 1879, transcurría sin mayores novedades. El 3 de junio fue detenido en el puerto de Rosario el vapor nacional «Galileo», del que se sospechaba llevaba contrabando de armas con destino a un movimiento revolucionario en el Paraguay. La búsqueda resultó infructuosa, pero los hechos posteriores ocurridos en el puerto de Corrientes, confirmaron la existencia de las armas.

En la mañana del 12 de agosto, una noticia sacudió a la ciudad y el telégrafo llevó la novedad a las principales capitales del país. Había fugado del edificio de la Aduana, donde se hallaba detenido, el general Ricardo López Jordán. Para reconstruir el hecho en particular y sus entretelones nos remitimos a la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario. Ese mismo día, por nota 369/1879, el Capitán de Puerto amplió información anticipada verbalmente al Juez de Sección Dr. Fenelón Zuviría, en el sentido que Ricardo López Jordán se había fugado el día anterior sin que se hubiera conseguido su captura a pesar de las medidas y diligencias tomadas. Simultáneamente por nota 370/1879 se requirió la correspondiente autorización al Juez, para efectuar allanamientos en los siguientes lugares: casa particular de la familia de López Jordán; panadería «Perfeccionada»; casa de familia y barraca del Sr. Justo Sánchez; sindicado como cómplice de la fuga; casa del Sr. Guillermo Perkins y su establecimiento de campo en Roldan (Santa Fe); casa de Antonio Hernández, amigo del detenido, quien no desconocería los detalles de la fuga; casa de planta alta de la calle San Lorenzo, frente a la casa de familia de López Jordán, donde se halla establecido un tambo; casa de la familia de E. Gómez, en la calle Córdoba al lado de la imprenta de «El Independiente».

Entre los principales sospechosos de haber colaborado con la fuga, se encontraba un sujeto de origen entrerriano, de pera larga y lacio cabello, conocido como Pedro Romero (a) «Indio Pedro», quien había servido a las órdenes de López Jordán en sus campaña revolucionarias y se había establecido en Rosario siguiendo a su Jefe en la prisión. Este sujeto fue detenido el 16 de agosto a orillas del Paraná por marineros de la Capitanía, en cumplimiento de directivas emanadas del Juez Federal.

Entre otras medidas adoptadas, en el pedido de captura que se le hacía al Jefe Político del Departamento Rosario D. Servando Bayo -con la salvedad que en caso de ser aprehendido debía ser entregado de inmediato a la Capitanía del Puerto, a disposición del Juez Federal- se transcribe la filiación del prófugo: …»Hombre de cincuenta y cinco años, aunque demostraba mayor edad, casi calvo, frente arrugada que sufre contracciones al hablar, boca y dientes grandes, teniendo el defecto de pronunciar la letra «a» con acentuación muy marcada, si como uno de los dientes le impidiera pronunciarla suave. Debe no tener barba y de tenerla, la lleva abierta, aunque no muy larga, ojos muy grandes y vivos, nariz regular, orejas un poco chicas y muy puntiagudas en la extremidad superior, siendo bastante separadas del cráneo, estatura regular, hombros y cuerpo fornido, aunque hoy esté delgado. Al hablar tiene costumbre de echar el sombrero para atrás.» Pero de todos los documentos existentes sobre la fuga de López Jordán, el más importante, a mi juicio, es el informe detallado de los hechos que eleva el Capitán del Puerto de Rosario, como responsable de la custodia del preso al ministro de Guerra y Marina, general D.Julio A. Roca.

Con respecto a la fuga, dice el referido documento:

…»De los datos, informes, pesquisas y sumario, resulta como comprobado el hecho que el prófugo se evadió de su prisión, mediante la cooperación de su misma esposa, a la que se le había concedido permiso para que lo acompañase y curase de ciertas dolencias de que se quejaba y éste, vistiendo el traje de la misma, aprovechó para fugarse, engañando de esta manera al centinela que estaba en la puerta de la prisión..»

…»También, arrojan vehementes sospechas que su fuga una vez en la calle, haya sido protegida por un individuo llamado Pedro Romero (a) «El Indio», pues éste fue oficial del mismo López Jordán y desapareció de la localidad, casi al mismo tiempo que el preso.»

…»Por otra parte no existe ni la más remota sospecha contra ninguno de los individuos que formaban la guardia, de que ellos hayan podido proteger la fuga del preso, así lo ha constatado también, el Señor Juez Federal, ordenando fueran todos ellos puesto en libertad.»

No obstante lo expresado en el último párrafo del informe del Capitán Gazzana, en primera instancia, conocida la fuga del preso, el Juez ordenó procesar o instruir sumario a todo el personal integrante de la guardia en la noche del I I al 12 de agosto, para determinar sus responsabilidades. El Capitán del Puerto, debió viajar a la ciudad de Buenos Aires el 23 de agosto para informar personalmente de la fuga al Presidente de la Nación, al Ministro de Guerra y Marina y al Capitán General de Puertos, quedando a cargo de la Capitanía, el Ayudante Emilio B. Moreno, según surge de una nota de esa fecha. La fuga del general López Jordán, sacudió la vida política del país ante la posibilidad que volvieran a alzarse en armas contra las autoridades nacionales, pero no fue así. Lograda su fuga buscó asilo político en la República Oriental del Uruguay; de ahí las sospechas que se fugara utilizando alguna embarcación desde el puerto de Rosario, que lo llevó hasta Uruguay. Permaneció varios años en dicho país hasta que se acogió al indulto del presidente de la Nación Dr. Miguel Juárez Celman. Regresó a la Argentina y fijó su domicilio en la ciudad de Buenos Aires, donde fue asesinado el 22 de junio de 1889, cuando paseaba por la calle Florida, por el joven Aurelio Casas, hijo del comandante Rufino Casas, a quien López Jordán había mandado degollar en oportunidad de la revolución del año 1873, colgando su cabeza de un árbol.