La Batalla de Caseros y la caída del Restaurador

El 3 de febrero de 1852 el “Ejército Grande” integrado por la Banda Oriental, Brasil, Corrientes y Entre Ríos al mando de Urquiza vencía a Rosas.

La batalla fue rápida, comenzando a primera hora de la mañana y culminando a horas de la tarde. Desde el punto de vista militar movilizó un volumen de fuerzas importante para la época de casi 50 mil soldados, se calculan aproximadamente 25 mil al mando de Urquiza (10.000 de infantería y 15.000 de caballería, 45 piezas de artillería) y 22 mil para el ejército rosista (10.000 soldados de infantería, 12.000 de caballería, 50 piezas de artillería y 4 coheteras).

Los partes de guerra esquemáticamente indican que Urquiza ubicó en el centro a las tropas de infantería y a la división imperial brasilera (al mando de Sousa), en ambos extremos a la grandes divisiones de caballería y grupos de artillería distribuidas en todos los frentes y en la retaguardia. Rosas ubicó del lado izquierdo a un grupo de infantería al mando de Pedro José Díaz y de caballería dirigida por Lagos, del centro a la derecha la artillería dirigida por Chilavert, sostenida por batallones de infantería y la caballería comandada por Videla.

Rosas desoyó las sugerencias de su Consejo de guerra de elegir otro campo y retirarse a la ciudad para provocar el desgaste del Ejército oponente, adoptando finalmente la opción de presentar batalla. Urquiza, por el contrario, avanzando sobre el arroyo Morón hasta llegar a la zona donde se encontraba el Palomar de Caseros, residencia de Rosas transformada en centro de campaña, aplicó una táctica ofensiva y envolvente que destruyó el frente derecho rosista mientras desgastaba el flanco izquierdo con las tropas al mando del gobernador de Corrientes Virasoro. El combate duró mientras la artillería de Chilavert y las fuerzas de Díaz resistieron hasta quedarse sin municiones. El Ejército Grande de Urquiza había vencido.

Es fundamental comprender Caseros como un escenario no exclusivamente militar sino que conecta fenómenos políticos y sociales, de cambios internacionales y su impacto nacional con los reacomodamientos estratégicos de sectores de clase dominante. Perdido el apoyo de su clase, Rosas decide capitular. Lo abandonarán no solo sus colaboradores políticos cercanos sino principalmente el núcleo de los hacendados bonaerenses, sin afectar el factor de estabilidad social que habían heredado del rosismo y preservando su riqueza. Urquiza y más tarde Mitre van a gobernar con los Anchorena, primos de Rosas y emblemática familia de la santa Federación rosista.

Fuentes:

• Peña, Milcíades, Historia del pueblo argentino, Buenos Aires, Emecé.
• Marcela Ternavasio, Historia de la Argentina, 1806-1852, Buenos Aires, Siglo XXI.

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