Huelga de albañiles y carpinteros
Una asamblea de albañiles resolvió «pedir un aumento del 30 por ciento». La huelga comenzó el lunes 23 de septiembre de 1889 cuando se vieron paralizadas la mayor parte de las obras en construcción de la ciudad.

Entre 1889 y 1890 se dio una avalancha de huelgas, por la caída del salario debido a la devaluación de la moneda, y algunas organizaciones obreras exigieron el pago de sus salarios en oro.
A fines de agosto, los carpinteros de la firma Diego Triggs y Cia pararon por un aumento de 15 por ciento. El conflicto se generalizo a la mayor parte de los talleres de la ciudad, y algunos empresarios concedieron el aumento, lo que debilitó a la cámara patronal que termino otorgando, el 1 de octubre, el 20 por ciento.
Las reuniones de la comisión de carpinteros en huelga se realizaban, en un primer momento, en el local de la calle Comercio 880, sede de la asociación de socialistas alemanes. El jueves 12 de septiembre, por la tarde, se realizó una asamblea que contó con la presencia de más de quinientos trabajadores, «siendo demasiado pequeña la sala para contener más».
Hacia mediados del mes de septiembre el conflicto de los carpinteros llegó a su punto más alto, cuando se sumaron los trabajadores de las fábricas de billares, lo cual llevó a más de dos mil el número de los trabajadores implicados en la huelga según el diario La Prensa. Las reuniones de la comisión se sucedían casi diariamente, y en ellas se informaba sobre la situación del conflicto y acerca de las casas que habían aceptado conceder el aumento del 20%. Incluso funcionaba una comisión en forma casi permanente en el mismo local del Verein Vorwärts, para «recibir las nuevas adhesiones y facilitar socorros a los más necesitados de los obreros sin trabajo».
Los propietarios de carpinterías intentaron ofrecer una respuesta unificada a los trabajadores, aunque desde un primer momento se encontraron con la dificultad de encontrar que varias decenas de patronos cedían de forma individual al reclamo obrero. Un grupo de patrones intentó formar una comisión y ofreció a los trabajadores un aumento escalonado, que llegaría al 20% solicitado luego de seis meses, pero la propuesta fue rechazada. Durante la segunda mitad del mes las crónicas periodísticas siguen informando, día tras día, de nuevos establecimientos que aceptaban los reclamos de los trabajadores y de las reuniones y asambleas permanentes que éstos realizaban. «El 1 de octubre, tras varias semanas de intenso batallar, la huelga termina con la victoria obrera».
La agitación volvió a extenderse a otros gremios. En algunos casos no llegaba a declararse la huelga, pero se hacía sentir el reclamo obrero y conseguía sus reivindicaciones: el lunes 23 de septiembre, por ejemplo, la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, una de las principales empresas tipográficas de la ciudad, concedió un aumento de 20% «ante la perspectiva de verse abandonada de sus 400 obreros».
El sábado 21 de septiembre, una reunión de trabajadores albañiles resolvió «pedir un aumento del 30% y una reducción de las horas de trabajo a 9 horas por día en los meses de mayo, junio, julio y agosto, y a 10 horas y media en los demás meses del año». La huelga comenzó el lunes 23 cuando se vieron «paralizadas la mayor parte de las obras en construcción» de la ciudad. Encontramos también en este conflicto la conformación de una «comisión» de huelguistas encargada de coordinar y difundir las medidas de lucha. Según La Prensa, «… en la calle Moreno esquina Alberti, agarráronse a pedradas un grupo de huelguistas albañiles con otros del gremio que seguían en el trabajo, teniendo la policía que intervenir y reducir a prisión a varios».
El miércoles 25, los albañiles realizaron un importante acto público en la Plaza Constitución -luego de que el gobierno se negase a autorizar la manifestación en la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo), tal como había sido solicitado- en el que reunieron a miles de trabajadores.
El conflicto de los albañiles concluyó con acuerdos parciales entre trabajadores y distintos empresarios, aunque con exclusión de los dirigentes gremiales, que fueron «prácticamente descabezados». En cualquier caso, la conflictividad continuó a comienzos de la primavera y a fines de septiembre de 1889 se renovó la agitación ferroviaria. El 24 volvieron a entrar en conflicto los peones de carga y descarga de la estación Constitución, que presentaron un reclamo a la gerencia para exigir un aumento de sueldo que llevase sus jornales de 1,80 a 2,50 pesos por día. El 1 de octubre hicieron lo propio los de la estación Once de Septiembre, en número de un centenar, reclamando que su jornal pasase de 1,70 a 2 pesos.