Historia de barrio: Hoy Boedo

El territorio que hoy corresponde a Boedo fue en su origen ocupado por hornos de ladrillos, tambos, molinos panaderos, algunas pulperías y almacenes y, a principios del siglo, aparecen los cafetines con tango.

A fines del siglo XIX y en los albores de 1900, Boedo era zona de grandes quintas o chacras en las que había sencillas construcciones, seguramente poco más que ranchos y, tal vez, alguna de material con el lujo de un mirador desde el cual se veían los mástiles de los coloridos veleros del Riachuelo. Era también lugar de bañados, casi lagunas, que con la llegada de italianos y españoles fueron aprovechados para la instalación de hornos de ladrillos, logrando así que con el calor de las ascuas lentas de los hornos se secara el terreno, dando lugar a nuevas construcciones y apertura de calles.

Estos hornos eran en su mayoría propiedad de italianos y españoles, como los de los vascos Loitegui y Estevarena. Otro horno importante, era “La Paloma” del vasco Lázaro Camio, cuyo apellido se utilizó muchos años para designar el actual pasaje San Ignacio. No dejemos de mencionar el horno de Bianchi, en Cochabamba y Castro, y el de Vignale en Castro y Pavón. También había pequeños hornitos caseros, comunitarios, utilizados por las mujeres para fabricar pan, y en los pozos que se formaban al sacar la tierra, croaban las ranas por las noches y se zambullían los patos que llegaban desde las arboledas del bañado de Flores que azuleaba a lo lejos.

La Av. Boedo fue designada como tal en el año 1882, en homenaje al Dr. Mariano Joaquín Boedo, brillante jurisconsulto salteño nacido el 25 de julio de 1782 que fue diputado por Salta y uno de los signatarios del Acta de la Independencia Nacional. Dedicó su vida a la causa de la independencia, desempeñando importantes funciones que culminan con su nombramiento como Vicepresidente del Congreso de Tucumán, jurando como tal la Declaración de la Independencia. En 1817 se lo elige presidente, falleciendo en la Cdad. de Bs. As. en abril de 1819, a la edad de 37 años.

Comenzó el siglo XX y todo aquello fue un suburbio porteño que iba evolucionando paulatinamente. Los grandes quintones de quince o veinte manzanas comenzaron a parcelarse en lotes menores y aparecieron así las pequeñas casitas humildes y junto con ellas, árboles, norias y molinos. Ya en la década del veinte, Boedo comienza a llenarse de cafés, glorietas, tangos, teatros y fútbol. Don Silvestre Otazú hace una pintura del barrio en esa época y nos cuenta: “Boedo, evidentemente tenía un embrujo. Situado a mitad de camino entre Mataderos, Parque Patricios y Flores, se convirtió muy pronto en un núcleo con diversiones ignoradas por dichos barrios: glorietas, cines, teatros, circos, cafés. En una palabra, vida nocturna. ¿Adónde vamos esta noche?, se preguntaban los vecinos de Mataderos o Parque Patricios, que querían pasar algunas horas entretenidas. ¡A Boedo!, era la respuesta unánime. Había allí todo lo que puede apetecer la mocedad en tren de juerga o mero pasatiempo. Pero la ubicación geográfica de Boedo no basta para dar una explicación cabal del fenómeno, pues igualmente equidistantes del centro y de los barrios estaban Almagro y Caballito, y, sin embargo, no hubo allí ni asomo de vida nocturna cuando ya Boedo era famoso. Debe de haber alguna razón telúrica para que allí, y no en otro sitio, haya surgido con fuerza tan poderosa una vida intensa, con su movimiento artístico, sus bohemios, sus anarquistas, su gente de teatro, sus escritores, sus músicos, sus poetas, sus payadores…”

Boedo fue y sigue siendo un barrio muy especial, inclinado siempre a la cultura, que aún hoy continúa formado artistas plásticos y escritores, desde sus ateliers o simplemente desde las mesas de los numerosos cafés boedenses. Prueba de ello es el Paseo de las Esculturas que se extiende sobre Boedo, entre San Juan e Independencia, constituyendo el único museo a cielo abierto de Buenos Aires, con 22 obras donadas por excelentes artistas, que engalanan nuestras veredas y que a la vez son cuidadas por los vecinos y dueños de los comercios en cuyos frentes han sido emplazadas, dando un ejemplo de civilidad y orgullo por el barrio.


Fuente: buenosaireshistoria.