Guillermo Rawson, el primer médico higienista

En 1884, luego de renunciar a su cátedra, fue designado para representar al país en los Congresos de Higiene de Copenhague y La Haya. En 1885, presentó el trabajo “Observaciones sobre higiene internacional y, en esa fecha, emprendió viaje rumbo a Europa para instalarse en Francia.

“Las cuestiones de Higiene son la que han de resolver la prosperidad de nuestro país no sólo en lo físico, sino en lo moral y en lo psicológico. Es necesario difundir las nociones de la Higiene, popularizarlas, habituar a la sociedad con estas maravillas de la ciencia que han llegado a producir los fenómenos asombrosos que encontramos realizados en las grandes poblaciones del mundo”, decía Guillermo Rawson, el gran impulsor del higienismo en nuestro país, una corriente de la medicina cuya mirada trascendía la enfermedad en sí misma para ocuparse de los factores ambientales que la propiciaban.

Corría el año 1884 y con esas palabras Rawson se despedía de la cátedra de Higiene, aquella que había inaugurado once años atrás. Sus preocupaciones eran enormes y su trabajo incansable, pero las fuerzas lo abandonaban y resuelto a impulsar la continuación de su labor, decidió destinar la mitad de la pensión que el Congreso le había otorgado para instituir un premio anual que debía entregarse a la mejor investigación sobre Higiene. Un año después partió a París para tratarse una afección ocular, donde murió a principios de 1890.

Había nacido en San Juan el 24 de junio de 1821. Hijo del médico estadounidense Amán Rawson y de la sanjuanina María Jacinta Rojo, se doctoró en medicina en 1844. Ya por entonces su destacada actuación auguraba un futuro promisorio en la medicina y  en el país. Tenía apenas 23 años cuando recibió el título de doctor, haciéndose acreedor de estas proféticas palabras de su profesor de Anatomía, Claudio Mamerto Cuenca: “La Universidad felicita a vuestro padre, a Buenos Aires, a la República toda por los días de triunfo y gloria que vuestro genio le prepara. (…) Hay un libro en blanco, doctor Rawson, que hace muchos años que esperaba la pluma inspirada de un hijo del Plata que escriba en él la primera página: este libro, destinado a jugar un día un rol importante en los destinos de la República, cuando los hombres de vuestra capacidad se hayan ocupado de él, es el libro todavía en blanco de nuestra ciencia médica”.

Fuente: elhistoriador