Fundación del Fuerte Independencia

El 4 de Abril de 1823 el propio gobernador Brigadier Martín Rodríguez, funda el Fuerte de la Independencia (hoy Tandil).

Durante la Campaña de Martín Rodríguez, dieciséis caciques, entre ellos Ancafilú que habitaba en las sierras de Tandil, decidieron que los representara Francisco Ramos Mejía, firmaron con la provincia el 7 de Marzo de 1820 el Pacto de Miraflores, en el actual partido de Maipú.

Se estimó una línea de frontera, en que ningún habitante podía internarse en el territorio de los indios, y, que los caciques debían devolver la hacienda robada que estaba en la sierra, a la Estancia “Los Miraflores”. Dicen que el pacto fue roto cuando atacó el malón. Luego de las campañas la población aborigen originaria fue desapareciendo, pero se conservan los corrales con piedra superpuestas formando murallas de hasta dos metros de altura y cien metros de largo, además las “pircas” que dividían potreros.

Entre el Arroyo Chico (hoy, arroyo Napaleofú) y el Arroyo Tres Lagunas, se creó un refugio contra los indios denominado IBERIA, cuyo poseedor era Manuel Villar, a partir de 1881 quedó en poder de Zubiaurry. Allí se realizaban reuniones, donde se hacían juegos y carreras. Esto se demolió y se construyó con esos materiales un galpón en la estancia “El Hervidero”. Los indígenas pobladores de esta zona llamaban al Arroyo Chico, “Napadleufú”, los criollos que se asentaron en esta zona producen malformaciones al nombre del lugar a raíz de una mala interpretación fonética del vocabulario indígena. Así surge  el nombre Napaleofú  (“Napa”: barroso y “leufú”: arroyo. Arroyo barroso.)

El Gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, decidido a abandonar la política amistosa plasmada en inocuos e inefectivos tratados de paz con los indígenas que “maloqueaban” sobre los poblados del sur de la provincia de Buenos Aires, en  febrero de 1823, comenzó a organizar una expedición en San  Miguel del Monte, con la intención de establecer una línea de fortines en el sur de la provincia.

La expedición que estaba compuesta por 2.500 hombres, 250 carretas y 7 piezas de artillería, partió desde la ribera sur del río Salado, a la altura de San Miguel del Monte en marzo de 1823 y el 4 de abril de ese año, en un paraje conocido como “Tandil”, comenzaron la construcción de un Fuerte, el llamado Fuerte Independencia, que tenía una superficie de seis manzanas. De inmediato se levantaron las primeras casas de piedra, barro y paja destinadas a la guarnición y a los escasos pobladores y para su protección, el fuerte fue rodeado por  un foso de 4,33 metros de ancho por 5 metros  de profundidad. Desde allí, su fundador despachó una carta dando cuenta de su empresa y entre otros párrafos dice: «Campos hermosos, extendidos y quebrados, pastos fuertes y abundantes, aguadas de un gusto exquisito, permanentes por todas partes, lugares privilegiados para todo ramo de agricultura y fruto; sitios aparentes para establecer pueblos defendidos de los vientos más incómodos, y poca costa. Fácilmente defendible de los ataques de la indiada  y en una ubicación  privilegiada, para intentar el comercio en paz con éstos, son los elementos que presenta reunidos la nueva fortaleza y su ubicación en la frontera”.

El general Rodríguez, al destacar estas ventajas, se entusiasma con el futuro de este emplazamiento y pone de manifiesto sus temores de que las diferentes clases productoras del país, desaprovechen una proposición que les facilite, no sólo los medios de concurrir a sus necesidades, sino también la de engrandecer su fortuna, de un modo que puedan, en un corto tiempo, competir con las primeras de la provincia en su clase».

La instalación de este Fuerte, provocó el rechazo de los indígenas, que  como primeros habitantes de la región, se sentían dueños legítimos de las tierras que ocupaban y  reaccionaron violentamente ante el avance de los blancos, llevando a cabo  nuevos y trágicos malones sobre los poblados de la región. Los malones sembraron el  terror en la campaña y amenazaban a los pueblos cercanos a Buenos Aires, mediante el saqueo, la muerte y la captura de mujeres, hombres y chicos, hasta que envalentonados sus capitanejos, se atrevieron a realizar una una invasión devastadora que llegó hasta las puertas del Fuerte Independencia, pero fueron rechazados por la guarnición del recientemente fundado Fuerte, lográndose así su apaciguamiento.

El 4 de abril de 1823, el mismo coronel Rodríguez, reubicando a los numerosos pobladores que en territorios adyacentes, habían sido saqueados y despojados por la “indiada”, fundó la ciudad de Tandil, único baluarte civilizado de la frontera, hasta que en 1828, se estableció un fuerte en Bahía Blanca. Pero a pesar de los peligros que ofrecía vivir en la frontera, este pequeño poblado fue creciendo lentamente y el primer censo realizado en 1853 por el alcalde Regino Barbosa dio un total de 627 habitantes, entre los que se contaban 15 españoles, 14 franceses, 6 dinamarqueses y 5 ingleses. En 1870 se estableció una colonia danesa y en 1895 Tandil obtuvo su título de ciudad.

El poblado fue fundado por recomendación del coronel Pedro Andrés García quien vio la necesidad de crear dos fuertes, uno en la sierra del Volcán y otro en las sierras de Tandil, dando inicio al camino que la uniría con Carmen de Patagones. En la práctica, el principal objetivo de la expansión de la frontera tenía como fin hacer efectiva la soberanía de la provincia y expandir la zona de explotación ganadera. Hacia fines de su mandato hizo una segunda campaña, en la que llegó cerca de la actual Bahía Blanca, pero no logró casi nada más. Entre 1823 y 1875 sufrió Tandil, casi constantemente, contraataques de parte de los indios pampas y de los ranqueles.

Los Pioneros

El danés Juan Fugl (1811-1900) tuvo gran influencia en el desarrollo de Tandil en los años posteriores a la fundación de la ciudad. Tras la derrota de los indígenas en la Conquista del Desierto se consolidó la presencia europea en El Tandil, recibiendo el lugar gran cantidad de inmigrantes de diversas partes de Europa. Cuando se fundó el Fuerte Independencia el poblado tenía tan solo cuatrocientos habitantes que eran los que arribaron con su fundador; esta cifra fue aumentando gracias a la llegada del ferrocarril -a finales del siglo XIX-, la explotación de la minería y la actividad ganadera.

Juan Fugl, encabezó la fundación de la iglesia Luterana, estableció la primera colonia danesa en el país y fue electo intendente de la ciudad. Como maestro y por indicación del entonces presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, Fugl dotó a Tandil de la primera escuela de la ciudad.

Junto con este inmigrante danés, otro notable personaje fue Ramón Santamarina, español que emigró a la Argentina en 1840, que con la compra de unas cuantas carretas, aprovechando la carencia de transporte, unió Buenos Aires con Tandil. Él y sus descendientes fundaron numerosas estancias con construcciones monumentales que luego legaron a la ciudad, aportando predios edilicios importantes, como el actual Hospital Municipal que lleva su nombre.

En 1865 se demolió el Fuerte Independencia y al año siguiente se construyó la Casa Municipal sede asimismo de la comisaría y de la cárcel y el 23 de octubre de 1895 el pueblo fue declarado oficialmente ciudad con el nombre de Tandil. El origen de la inmigración fue principalmente de Italia y de España, como en el resto de la Argentina, pero fueron numerosos también los vascos (muchos de ellos de Francia) y, sobre todo, los daneses, cuyos descendientes argentinos forman una comunidad muy activa todavía hoy. El crecimiento de su población la llevó a obtener la categoría de ciudad al finalizar el siglo XIX. Estos extranjeros, pioneros que se asentaron en la frontera, unieron sus esfuerzos laborales para engrandecer la zona de Tandil.