Frente al crecimiento de la Ciudad fue necesario una reforma sanitaria

Este es el momento en el que surgen los higienistas, un grupo de especialistas médicos y urbanistas que se convirtieron en funcionarios del Estado y que tuvieron una influencia directa en la formulación de políticas de control social, la evaluación de los espacios de la ciudad y su planeación, con el fin de construir una ciudad moderna e higiénica.

Mientras la ciudad de Buenos Aires se transforma a ritmo acelerado, se inicia una reforma forma sanitaria que apunta a la reducción de la tasa de mortalidad. Los umbrales reformistas provienen de la intendencia de Torcuato de Alvear, que se rodeó de un equipo de médicos (Guillermo Rawson, Emilio Coni, Antonio Crespo, José María Ramos Mejía) que concibieron y ejecutaron un vasto plan de saneamiento y equipamiento hospitalario.

La reforma sanitaria se sustentó en las profundas transformaciones ideológicas que introdujo el positivismo, y en los avances de la bacteriología pasteuriana, lo que impulsó a que los médicos higienistas pusieran en duda los principios de caridad y beneficencia, pilares fundamentales del antiguo modelo sanitario que se pretendía cambiar. Así, se generó un debate sobre la salud pública que dio como resultado el debilitamiento de la concepción caritativa.

En noviembre de 1883, un fogonero del vapor español Solís, de apellido Vergara, bajó en el Puerto de Buenos Aires con inocultables signos de fiebre amarilla, probablemente contraída en la última escala de su barco, Río de Janeiro.

Al poco tiempo, los casos se multiplicaban y motivaron a que el intendente Torcuato de Alvear destinara cinco manzanas, delimitadas por las actuales calles Entre Ríos, Matheu, Camino Alsina y Patagones, a la construcción de una Casa de Aislamiento. A ella se mudó José Penna, el médico que atendió a Vergara y a todos los “apestados”. Después de la fiebre amarilla, el médico le hizo frente al cólera y luego a la tuberculosis.

En 1893, Penna presentó los planos de un complejo de tres hospitales destinados a alojar y tratar a los enfermos infectocontagiosos. Para eso se sumaron más terrenos sobre la avenida Amancio Alcorta.

Creación de Hospitales

La metrópolis porteña ya sufrió los azotes de varias epidemias que sembraron muerte y temor entre sus habitantes, así como también la certeza sobre la ineficiencia de las instituciones sanitarias existentes. Por esto, se organizó el Servicio de Asistencia Pública Municipal con la preocupación central de habilitar hospitales pues sólo se cuenta con el San Roque, con capacidad para 240 camas; el Hospital de Crónicos, ubicado en el viejo edificio de la calle de Comercio, habilitado con capacidad para cincuenta enfermos y que se halla en muy malas condiciones; la Casa de Aislamiento, destinada a enfermedades contagiosas, y el hospicio de las Mercedes para los “insanos” mentales.

No obstante, el Hospital de Hombres que llevaba el nombre de Hospital Buenos Aires (1881) marcó el pasaje del hospital como lugar de reclusión organizado por la Iglesia a una institución que es un “instrumento” a cargo de los médicos. Además, su construcción fue estructurada según el modelo pabellónal, cuyos aires de renovación se plasmaron en la nueva distribución del espacio interno, que quedó dividido por áreas de actividad y/o enfermedad. 

Hospital Muñiz

La historia del Hospital Muñiz se remonta hasta el año 1882. Ese 23 de diciembre se inauguró la “Casa de Aislamiento”, instalada en la antigua Quinta Leslie (en las actuales calles Azcuénaga y Paraguay). Se había hecho necesaria debido a la insuficiencia de los hospitales existentes para atender casos de enfermedades infecciosas.

Ya en 1883, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires había adquirido amplios terrenos cercanos al antiguo Cementerio del Sur. En abril de 1886, el Director de la Asistencia Pública, Dr. José María Ramos Mejía, concretó la instalación de la Casa en su nueva ubicación.

Sin embargo, fue rápidamente insuficiente y se hizo necesario el diseño de un Hospital propiamente dicho, de mayor tamaño y con construcciones definitivas. En 1893 se realizó el diseño del nuevo nosocomio, a cargo de una Comisión especialmente conformada.

El 20 de septiembre de 1901, se inauguró en el Hospital la “Escuela Interna para Niños con Enfermedades Infecciosas”, destinada a brindar educación a los pequeños que permanecían recluidos durante los largos tratamientos.

En 1904, el Hospital adquirió su nombre actual, en honor al Doctor Francisco Javier Muñiz. Entre 1904 y 1930 hubo un período de incorporación de pabellones, en su mayoría dedicados a atender enfermos tuberculosos, que en aquel entonces no tenían tratamiento; sino un diagnóstico bacteriológico. Se ensayaban tratamientos variados con resultados más que dudosos, que pasaban por ciertas medicaciones o por los rayos solares a través de unas ventanas azules que todavía están en el hospital. Eran enfermos que no tenían ninguna posibilidad de curación; lo único que se podía hacer era tenerlos aislados para que no estuvieran en contacto con el resto de la población. Todavía era un hospital de aislamiento.

En sus más de cien años de existencia, el Hospital Muñiz ha enfrentado todas las epidemias que afectaron a la Argentina a lo largo del tiempo. Desde la poliomielitis a mediados de la década de 1950, el sarampión de 1969, el hantavirus de 1996 y la pandemia de gripe porcina de 2009.

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