Fallecimiento de Domingo F. Sarmiento en Paraguay

Pocas personas en la historia argentina han sido tan veneradas y a su vez tan discutidas. Sarmiento, como dijo Ricardo Rojas, fue un porteño en las provincias y un provinciano en Buenos Aires.

A las 2:15 horas de la madrugada del 11 de septiembre de 1888, Domingo Faustino Sarmiento murió en Paraguay. Había llegado al país vecino buscando un mejor clima para su deteriorada salud.

Sarmiento fue siempre susceptible a complicaciones respiratorias. Era su punto débil. Además era fumador y no se descarta, por el aspecto físico de su tórax, la presencia de un cuadro de enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, frecuente en fumadores. 

Hacia julio de 1887, por sugerencia del doctor Lloveras, Sarmiento embarca hacia Asunción del Paraguay. El diagnóstico de un cuadro bronquial y la enfermedad cardíaca hacía que el clima más templado de Paraguay resultara médicamente recomendable.

Entonces, mejora y vuelve a Buenos Aires, pero su estado clínico no era bueno: falta de aire al caminar rápido o realizar mucho movimiento, tos, palpitaciones por la taquicardia, tobillos y piernas hinchadas por el edema de origen cardíaco y cansancio fácil.

Lo acompañaron su hija Faustina y su nieta María Luisa, quienes lo cuidaban con esmero… Su nieto, Julio, también lo acompañó en este viaje. Al despedirse de Buenos Aires, le dice a su nieto Augusto: “No paso de este año…hijo, me voy a morir…”.

Una declaración que habla nuevamente de su personalidad: “¡Ah! Si me hicieran Presidente! ¡Les daría el chasco de vivir diez años más!”. Al alejarse del puerto se le escuchó decir “Morituri te salutant” (los que van a morir te saludan), el saludo de los gladiadores romanos antes del combate final.

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