Fidela Ferreira, la maestra secuestrada por un malón
El 20 de noviembre de 1868 La Paz fue devastada por un violento malón nativo. Su población fue seriamente diezmada.
El 20 de noviembre de 1868 La Paz fue devastada por un violento malón nativo. Su población fue seriamente diezmada.
Ya desde la primera fundación de Buenos Aires, las condiciones sanitarias eran más que deficientes. La geografía de la primitiva ciudad, distaba en mucho a lo que es actualmente. Numerosos bañados en la zona de lo que hoy es la plaza constitución, lagunas, sumados los ríos que cruzaban la primitiva ciudad.
La primera médica del país luchó por los derechos de las mujeres, por el acceso a la educación y el desarrollo profesional. Creó una gran cantidad de organizaciones, entre ellas la Asociación Obstétrica Nacional y la primera escuela para enfermeras.
Al principio, las calesitas consistían en muñecos colgados de postes, movidos por animales que caminaban en círculo. Las de plataforma se crearon en el siglo XIX. Eran impulsadas por animales o a vapor y, después, llegaron las nafteras y eléctricas.
En el año 1869 Sarmiento elevó el proyecto de creación de escuelas que fueron autorizadas por ley en octubre de ese mismo año. Sancionada la Ley, quedaba poner manos a la obra, pero 1870 era un año signado por el conflicto.
Fue un payaso, acróbata y empresario circense, de dilatada trayectoria en Argentina donde se lo conocía como El payaso inglés.
Primitivamente se encontraba en la Av. del Libertador y Sarmiento, en los terrenos del parque iniciado por Juan Manuel de Rosas. A partir de su primer director, el Dr. Eduardo Holmberg el Zoo adoptó un carácter más científico y se trasladó a su ubicación actual.
Pocas personas en la historia argentina han sido tan veneradas y a su vez tan discutidas. Sarmiento, como dijo Ricardo Rojas, fue un porteño en las provincias y un provinciano en Buenos Aires.
En 1886 llegó por primera vez a Buenos Aires, donde debutó, en el Politeama, con Fedora.
Luchó, entre otros, como lugarteniente del Chacho Peñaloza y Felipe Varela. Como era común en los bandoleros populares, «robaba y repartía», protegiendo a los más pobres.