“Café Tortoni” un clásico de Buenos Aires

Este local fue proyectado por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen en el sitio donde se encontraba la antigua propiedad de la familia Unzué-Dorrego e inaugurado en 1898. Hasta la actualidad, se trata de un edificio de estilo academicista francés y cuenta con planta baja y dos pisos.

Se sabe que fue inaugurado en 1858, pero existen dos versiones respecto del porqué de su nombre: una de ellas dice que un inmigrante francés de apellido Touan lo estableció en la esquina de Rivadavia y Esmeralda, nombrándolo Tortoni dado que así se llamaba un establecimiento del Boulevard des Italiens donde se reunía la elite de la cultura parisina del siglo XIX. Es llamativo que el escritor francés Stendhal menciona en su novela Rojo y Negro, de 1830, la existencia de un café Tortoni en París. La otra versión afirma que fue un tal Oreste Tortoni quien habría establecido el café sobre la calle Defensa al 200.

Uno de los últimos dueños del Tortoni, el señor Fanego, está a favor de la primera versión y afirma que la segunda nació de un error en un artículo aparecido en un folleto publicitario de uno de los proveedores, en el que se nombraba al tal Oreste Tortoni. Sin embargo Enrique Puccia, historiador de Buenos Aires, descubrió que efectivamente existió una guía de la ciudad donde aparece el Café Tortoni en Defensa al 200. No obstante, el Gran Mapa Mercantil de la Ciudad de Buenos Aires, editado en 1870 por Rodolfo Kratzenstein, lo ubica en Rivadavia y Esmeralda con Monsieur Touan como propietario.

Lo cierto es que en 1880 fue trasladado a su lugar actual: la planta baja de la residencia de Saturnino Unzué en la calle Rivadavia. Era una casa de estilo italianizante, con planta baja y la vivienda en el piso superior, y su fachada se conserva en la actualidad, muy deteriorada. El fondo de la construcción era lindero con el Templo Escocés de Buenos Aires, ubicado sobre la calle Piedras y construido hacia 1830.

En 1882, el intendente Torcuato de Alvear concibió el proyecto de construcción de un gran boulevard al estilo de los creados por el Barón Haussmann en París. La futura vía recibió el nombre de Avenida de Mayo en 1885, y su apertura comenzó en 1888, avanzando entre las calles Rivadavia y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y demoliendo las antiguas construcciones que se encontraban en su camino, entre ellas el Templo Escocés.

La casa de la familia Unzué fue afectada por la creación de la avenida y perdió el fondo de su terreno aunque, en vez de demolerse completamente, se la conservó y se le construyó una nueva y más lujosa fachada con salida hacia la nueva vía. La nueva parte de la residencia, proyectada por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen en estilo academicista francés, terminó de construirse en 1898 y cuenta con planta baja y dos pisos. La vieja entrada del café por la calle Rivadavia siguió existiendo como puerta trasera de acceso al sector de billar. En la actualidad se encuentra cerrada de forma permanente.

A finales del siglo XIX el café es comprado por otro francés, Celestino Curutchet, que habitaba en los altos del café.