Berduc y el Proyecto de unificación de deuda
En 1901 el presidente Julio Argentino Roca envía un proyecto al Congreso Nacional que plantea la unificación de la deuda pública. Este proyecto logra la media sanción del Senado, pero cuando pasa a la Cámara de Diputados Roca decide retirarlo debido a la oposición, primero de la prensa, y luego la expresada por algunos círculos opositores.

Otra medida financiera de trascendencia fue en 1901 el proyecto de Enrique Berduc de unificación de las deudas argentinas, idea esbozada ya en 1884 y en 1895 sin éxito, en ese momento se hallaba en Europa Carlos Pellegrini y recibió el encargo de concertar en nombre del gobierno argentino en los centros bancarios ad referéndum la operación de unificación teniendo pleno éxito en la misión y regresó al país al comienzo del periodo parlamentario de 1901.
El poder ejecutivo envió el 11 de junio al Congreso el proyecto de ley y el mensaje consiguiente. Juan A. Terry explicó el contenido de la iniciativa:
«La deuda consolidada externa e interna a oro de 392 millones se dividía en 30 empréstitos de diversos intereses y amortizaciones. El de 435 millones de títulos, y a un interés uniforme y menor, incluyéndose en esta suma un empréstito de 24 millones con los cuales el gobierno debería cancelar la deuda flotante y reservarse un excedente. Se daba la garantía especial de una parte de las entradas de aduana al depositarse en el Banco de la Nación, y los títulos sorteados y los cupones vencidos serían recibidos en la aduana, como si fueran dinero constante, en el caso de que el gobierno dejase de efectuar dicho depósito periódico».
Terry mismo juzgó en su oportunidad deprimentes para el país algunas cláusulas del proyecto, que requirió toda la influencia de Carlos Pellegrini en el Senado para lograr su aprobación final.
Sostenían los periódicos de la unificación que se economizaría en el servicio de los intereses 35 millones de pesos oro en los 50 años fijados por la operación.
Fue aprobado el proyecto por la Cámara de senadores y al pasar a la de diputados, inició la prensa una ofensiva agria, juzgando que la operación era deprimente para el crédito del país y peligrosa para el porvenir. Hubo mucha agitación popular, manifestaciones tumultuosas y la situación se volvió tan tensa que el gobierno pidió el 4 de julio al Congreso la declaración del estado de sitio en la capital; ambas cámaras accedieron a ello el mismo día. El País y La Tribuna, defensores de la tesis del gobierno, fueron asaltados y sus talleres dañados por los opositores encarnizados.
Como la excitación no decayó sino que aumentó más aún, cuatro días después, el presidente volvió a pedir al Congreso que no prestase su sanción definitiva al proyecto de unificación de las deudas. Decía el mensaje respectivo:
«Por causas que será necesario estudiar como uno de tantos problemas de la época presente, aquel proyecto ha suscitado una oposición violenta, que ha sido bandera ostensible de movimientos tumultosos y hasta criminales».
El plan en esas condiciones se creyó irrealizable y se desistió de esa tentativa que propendía al saneamiento de la deuda pública de la nación y de las provincias. Pellegrini, el ministro Enrique Berduc y muchos otros amigos y colaboradores quedaron afectados, pero Roca, que había consultado también con Mitre al respecto, opinó ante la situación creada, según Mariano de Vedia:
«Tratándose de grandes operaciones financieras, que el pueblo rechaza, aunque sea porque no las entiende, o porque sospecha torpemente de sus móviles, no corresponde empeñarse en llevarlas a término contra viento y marea».
Sin embargo, el gobierno tenía suficiente mayoría en las Cámaras para obtener la sanción legislativa.