1910 – El paso del Cometa Halley
Hubo una ola de temor en todo el mundo. El profeta de la destrucción fue un francés llamado Flammarion que esparció su mensaje apocalíptico en cada continente.

Los astrónomos lo esperaban con entusiasmo, pero parte del público albergaba sus dudas: el paso del cometa Halley tan cerca de la Tierra, el 18 de mayo, podía ser catastrófico. Lo fue para los que creían que el fenómeno causaría el Apocalipsis, y una ola de suicidios atravesó el planeta: en nuestro país hubo 400 casos. Algunos le sacaron rédito comercial, como el italiano Muzzio, que instaló un telescopio en la esquina de Florida y Cuyo y cobraba 5 centavos para ver el cometa.
“Vea por cinco centavos al cometa de Halley. Conozca la causa de su muerte”, pregonaba un curioso cartel a pocas cuadras de la Plaza de Mayo, colocado sacando unos pesos con un improvisado telescopio. Y se llenó de plata.
También hizo su negocio a señora Julia V., de la calle Sarandí al 200, “célebre sonámbula y espiritista”, según indicaba el aviso que publicó. Doña Julia aseguraba que nadie moriría envenenado por los gases del coludo, pero los predestinados a dejar este mundo debían visitarla, ya que ella iba a encargarse de salvarlos mediante “un simple método curativo psicológico”. La calle Sarandí se pobló de incautos”.
Don Francisco Tulio Míguez vio el negocio de los bunkers. “Las casas de Míguez se hallaban en el partido de San Martín, en el conurbano bonaerense, a corta distancia de la estación de tren. Estaban bajo tierra y disponían de cuatro ventanitas, casi a ras del piso, que permitían espiar hacia los cuatro puntos cardinales para ver cómo se acababa el mundo. En esos refugios de dos ambientes-eran dos cuartos de ocho metros cuadrados cada uno, sin baño-cinco personas podían permanecer setenta y dos horas, gracias a unos tubos de oxígeno. Míguez construyó tres bunkers, pero solo puso a la venta dos, y se los compraron. El tercero se lo reservó para él y sus padres”.
Fuente: Historias insólitas de la historia argentina, Daniel Balmaceda, Editorial Norma, Bs.As., 2008.