1908 – Descubrimiento del Pucará de Tilcara en la Quebrada de Humahuaca

El primero en realizar excavaciones en este yacimiento fue Juan Ambrosetti, seguido por su discípulo Salvador de Benedetti, Eduardo Cassanova y Norberto Pelissero.

En Tilcara, sobre la margen izquierda del Río Grande y a 84 Km. De la Capital Jujeña, en plena Quebrada de Humahuaca, se alza el cerro donde a más de 2500 metros sobre el nivel del mar, los primitivos omaguazas o humaucas construyeron el fuerte.

Es un antiguo asentamiento fortificado que fue habitado por los habitantes de la región y restaurado para su estudio y visita. Se pueden recorrer las calles de los diferentes barrios en que estaba dividido, entrar a las casas de piedra y llegar hasta la cima para contemplar una de las vistas más bellas de la Quebrada de Humahuaca, hacia el sur y hacia el norte. Allí funciona también un Jardín Botánico de Altura, con representantes de todas las especies vegetales originarias de la zona.

El descubrimiento del Pucará de Tilcara se debe al ilustre etnógrafo doctor Juan B. Ambrosetti, que en 1908, juntamente con su discípulo y continuador, el doctor Salvador Debenedetti, halló los restos que luego permitirían reconstruir una de las edificaciones precolombinas más imponentes de la Quebrada y del país. Inicialmente se despejaron unos 2000 metros cuadrados en la meseta del cerro y se restauraron parcialmente los antiguos muros de piedra. Ambrosetti falleció y el trabajo de restauración solo pudo reanudarse en 1929, bajo la dirección del doctor Debenedetti, que al año siguiente también falleció. Los trabajos quedaron a cargo del doctor Eduardo Casanova, pero diversas dificultades demoraron la reconstrucción hasta 1948, cuando los terrenos fueron transferidos a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, institución que concluyó trabajos y dio el aspecto que hoy puede admirarse.
Además de haber organizado el museo anexo, que contiene importantes piezas y referencias pertenecientes al antiguo fuerte indígena.

Unos 1500 metros de camino permiten visitar Pucará dividido en los barrios de la Entrada, de la “Iglesia”, del “Monumento”, los corrales y el cementerio. Los estudios de arqueólogos y etnólogos han logrado reproducir con gran fidelidad este verdadero castillo de piedra cuyos ámbitos permiten hacerse una idea de las costumbres y formas de vida de quienes lo construyeron y habitaron. Una escultura moderna de cemento reproduce a un omaguaca con su quena, sentado en uno de los parapetos y presta colorido a la actual representación de esa remota época del pasado Jujeño.

Se han encontrado indicios de poblamiento en la Quebrada de Humahuaca que datan aproximadamente del año 10.000 A.C correspondiente a cazadores-recolectores, quienes fueron domesticando ganado al tiempo que se convertían en agricultores. Sin embargo, la ocupación masiva de los pucaras se realiza durante el período tardío (1000/1480 D.C), y continúa durante el breve periodo incaico hasta la ocupación hispánica, que puede considerarse consolidada en 1594, con el apresamiento del curaca (Cacique) de Tilcara, Viltipoco.

Los pueblos de la Quebrada se agrupaban a la llegada de los españoles en distintas parcialidades, cuyos nombres han permanecido en los topónimos de la región (omaguacas, tilcaras o fiscaras, uquias, etc.)

Las construcciones

Las construcciones eran de piedra, con techos de “torta de barro y paja asentados sobre tirantes de cardón”. Ocupaban la mayoría de la superficie del pucará, sus paredes eran de piedra y se encontraban comunicadas por caminos. Además de los sectores de viviendas (en cuyo interior se realizaban inhumaciones), han podido ubicarse los corrales (destinados a las llamas), un sector de culto que fue denominado “La Iglesia” por los arqueólogos que reconstruyeron el sitio, y la necrópolis.
En la falda sur se encuentra uno de los basureros, donde se arrojaban todo tipo de desechos, por lo que resulta sumamente rico en información arqueológica.

En 1908 comenzaron a sus investigaciones en el pucara arqueológico J.B Ambrosetti y S Debenedetti, quienes realizaron una primera restauración, elevando las paredes de los recintos hasta aproximadamente 1 m. de altura. Fallecidos ambos, en 1935 se construyo en su homenaje el monumento en forma de pirámide trunca que ocupa la cima del cerro.