1895 – Segundo Censo Nacional

El Segundo Censo Nacional fue llevado a cabo el 10 de mayo de 1895, durante la presidencia de José Evaristo Uriburu. Este relevamiento no fue solamente un censo de población, sino que también se realizó un recuento agropecuario e industrial.

Luego de 26 años del Primer Censo nacional, se realizó finalmente el segundo Censo de la República argentina, el relevamiento, esencial para conocer el estado de nuestra joven nación, fue dispuesto el año pasado por Luis Sáenz Peña y realizado el 10 de mayo último por la actual administración de José Evaristo Uriburu tan lamentable postergación de más de década y media –impropia de un país que se pretende abocado a recorrer la senda del progreso– se debió en parte a las crisis de 1873 y 1890, que pusieron en jaque las arcas del estado, pero sobre todo a la cortedad de miras de muchos senadores del interior que lograron impedir la realización del censo con el mezquino argumento de que el crecimiento demográfico del Litoral (la Capital y las provincias de Buenos Aires y Santa Fe sumadas cuentan por sí solas con la mitad de la población del país) aumentaría el peso político de esa región en la Cámara de Diputados en detrimento de las provincias de menor crecimiento. Cuesta creer que cálculos de ese tenor hayan podido imponerse al mandato de la Constitución nacional que, en consonancia con la carta magna norteamericana que le sirvió de modelo, establece claramente en su artículo 39 la obligatoriedad del censo decenal. 

Luego de realizado el censo a la persona censada se le dio un papel sellado por la gente que realizo la encuesta del censo. Desde la presidencia de Sarmiento no se realizaba un Censo Nacional y se legislo para obligatoriamente realizar un censo de población cada 10 años

Este retraso es tanto más lamentable si se recuerdan los extraordinarios avances que hemos logrado en materia estadística durante las últimas décadas, como la mejoría de la estadística migratoria a partir de la creación de la Dirección General de Migración; el establecimiento del Registro Civil de las Personas; la creación –el año pasado– de la Dirección General de estadística de la nación, dependiente del Ministerio de hacienda, a cargo del prestigioso astrónomo y matemático Francisco Latzina, y la realización de censos sectoriales, como el primer Censo Nacional Agropecuario (1888), el Censo escolar (1883-1884), los censos de bienes nacionales (1888 y 1890) y de empleados estatales (1892-1894) y, sobre todo, los censos provinciales de Buenos Aires (1881), Santa Fe (1887), Córdoba (1890) y de la Capital Federal (1887).

Estos importantes antecedentes han permitido a la Comisión nacional del Censo del Ministerio del interior, presidida por Diego de la Fuente e integrada por los incansables Gabriel Carrasco y Alberto Martínez, introducir mejoras sustantivas tanto en las preguntas formuladas (a las habituales se agregaron la religión, los años de matrimonio, el número de hijos tenidos por las mujeres y  la posesión de propiedad raíz) como en el operativo censal, en el que se ha establecido el carácter de carga pública de las tareas de empadronador y  penas para las personas que falsearen la información requerida.

El Censo está dividido en secciones, cada una de ellas un “volúmen” o libro. Cada volúmen abarca una o más provincias o territorios, que contienen varios departamentos o partidos, y distritos (en el caso de Buenos Aires, barrios con seccional de policía). 

El motivo por el cual se realizó el censo de 1895 fue para obtener información estadística y demográfica del país, incluyendo crecimiento poblacional, inmigración y migraciones internas, profesiones, nivel de alfabetismo, salud y pobreza entre otros. El censo de 1895 ofrece datos que no pueden encontrarse en los registros parroquiales o civiles, como número de hijos, lugar de origen o nivel de alfabetismo, por lo que se lo considera la tercera mejor fuente de información genealógica en Argentina.

El censo fue precedido de una amplia campaña de propaganda interna y externa ya que sus cuadros fueron traducidos al francés para su difusión en Europa. Más importante aún, se trata del primer censo en alcanzar todos los rincones del país, gracias a la ocupación completa del territorio nacional tras las Conquistas del Desierto (1879) y del Chaco (1884), y también el primero en incorporar relevamientos sectoriales relativos a la agricultura, la ganadería, la industria y el comercio, además de suministrar información sobre muchos otros aspectos, como los transportes, los recursos financieros y las instituciones de crédito. El censo industrial indagó los tipos de industrias, la nacionalidad de sus dueños, el personal ocupado, el capital, el número y fuerza de maquinaria empleada y la producción y el valor, aunque estos últimos datos se vieron afectados por malas declaraciones, en parte previsibles si se recuerda que la Unión industrial argentina criticó el operativo por su supuesta orientación librecambista.

Desde el censo de 1869 la argentina duplicó holgadamente su población, lo que revela un extraordinario crecimiento debido sobre todo al aporte europeo, que alcanza hoy al 25 por ciento de la población total. Otro rasgo a destacar es el aumento de centros urbanos –de 178 a 487– y de la población urbana que pasó del 29 al 37 por ciento. 

Los casi 17 mil empadronadores relevaron un total de 3.944.911 habitantes, al que deben sumarse 150 mil personas más, muchas de ellas indígenas, que no habrían sido censadas.

La ciudad de Buenos Aires, por su parte, cuenta ya con 664 mil habitantes y ocupa un lugar destacable en el plano internacional.

La notable reducción del analfabetismo y de la brecha educacional que favorecía a los hombres con respecto a las mujeres habla a las claras de los avances realizados y de los benéficos efectos de la Ley de educación Común, universal, gratuita y laica de 1884. según Carrasco, sin embargo, si bien la Argentina está en mejor posición que Italia y España, ocupamos todavía un rango inferior con respecto a los países más avanzados, como lo evidencia el hecho de que la gran mayoría de la población de 6 a 14 años no concurre a la escuela.

El funcionario destacó también el rápido proceso de mezcla de razas y, como resultado, auguró la pronta desaparición de la población indígena.

Entre los aspectos negativos, enfatizó la ínfima proporción de extranjeros que ha adoptado la ciudadanía argentina, la baja densidad del país (1,4 habitantes por kilómetro cuadrado) y la persistencia de una alta proporción de niños ilegítimos.

Los resultados del Segundo Censo Nacional presentan una imagen rotunda del crecimiento operado en el país en los últimos años. La población de la república es de 3.956.060. La República cuenta con 3.325 escuelas, 509 edificios de propiedad fiscal y 285.854 alumnos en todos los niveles. Aparecen en el país 345 publicaciones periódicas. La red de tranvías de tracción a sangre cubre totalmente las calles del tablero urbano. Flores y Belgrano continúan desarrollándose en forma nuclear, como centros satélites, aunque políticamente integradas a la ciudad.