1890 – Carlos Pellegrini asume como presidente
La asunción de Carlos Pellegrini provocó una gran algarabía en la ciudad, con la sola excepción de los partidarios de Alem había gente en la recientemente inaugurada Plaza de Mayo y hasta en los techos de la casa rosada, este era el primer presidente porteño desde Mitre y además el primer hijo de inmigrantes en acceder a tal cargo.

Carlos Enrique José Pellegrini nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina el 11 de octubre de 1846, justo cuando culminaba la época rosista. Fue hijo del matrimonio del ingeniero franco-italiano Carlos Enrique Pellegrini y de una dama británica, lo que le valió el apelativo de El Gringo. A la edad de estudiante se alistó como voluntario en el ejército, y participó en la campaña del Paraguay.
Realizó sus estudios en la especialidad de derecho en la Universidad de Buenos Aires, especialidad en la que se doctoró en 1869. Su ingreso en la política se produjo en las filas del Partido Autonomista de Adolfo Alsina. En 1871 y 1872 presentó su candidatura para el Congreso, aunque fracasó en ambas.
Al lado de Roca dirigió el movimiento que obligó a Celman a dimitir en 1890. Asumió la presidencia, tal y como establecía la Constitución el 6 de agosto de 1890. Aunque su nombramiento fue bien visto por la mayoría de los miembros de la oposición, tuvo que hacer frente a un fallido intento de sublevación encabezado por la Unión Cívica, así como a la profunda crisis económica que sufría Argentina debido a la quiebra de diversas instituciones financieras. Creó en 1891 el Banco de la Nación, medida que fue apoyada con la creación de la Caja de Conversión y el aumento de la moneda en circulación, con el objetivo de evitar la repetición en el futuro de situaciones parecidas ala anteriormente expuesta .
Envió a Victorino de la Plaza a Londres para que negociase con una comisión de banqueros internacionales el pago de los empréstitos con el objetivo de solucionar el problema de la deuda externa. Con su actuación consiguió salvar a Argentina de la bancarrota. También, reorganizó el servicio de salud pública, aprobó una serie de medidas para acabar con la corrupción y fomentó la reforma de la vida política.
Para el 1 de abril de 1892 se descubrió un complot anarquista que tenía como objetivo el asesinato del presidente. Tras una grave crisis que afectó a su gobierno en agosto de 1892, presentó su dimisión, aunque se le convenció para que la retirase y aguantase hasta el final de su mandato, que concluiría el 12 de octubre de 1892.