1813 – Creación del Instituto Médico Militar

Cosme Argerich se destacó por elaborarlo y fue aprobado por la Asamblea Constituyente de 1813. Luego, proveyó al Gral San Martín de médicos para las campañas libertadoras.

Cosme Mariano Argerich nació en la ciudad de Buenos Aires el 26 de Setiembre de 1758. Tendría 17 hermanos. En 1776, su padre lo envía a estudiar a España, donde obtiene en 1783 el título de Medicina del Gremio y Claustro de la Real y Pontificia Universidad de Cervera (Barcelona), y se casa allí con la joven Margarita Marti. Se destacó ejerciendo su profesión en Barcelona. Cosme Mariano vuelve a Buenos Aires en 1784 y es nombrado Médico del Colegio de Huérfanos, y al tiempo se convierte en el Primer Examinador del Protomedicato.

En Buenos Aires tiene durante los años 1794 y 1796 activa participación en la lucha contra los brotes de viruela.

Por esa época, junto a Agustín Fabre y Bernardo Nogués redacta las Ordenanzas del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Buenos Aires.

En 1801 publica un artículo en el Telégrafo Mercantil donde recomienda la vacunación antivariólica y siendo Profesor de la carrera de Medicina, tiene como alumno del Primer Curso a su propio hijo: Francisco Cosme.

En 1802 asume como catedrático de Medicina en carácter de sustituto y como “Protomédico General y Alcalde Mayor de todas las Facultades de Medicina, Cirugía, Pharmacia y Phlebotomía”.

Durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 actuó como Médico Jefe del Hospital de la Caridad atendiendo a militares heridos.

En 1810 participa junto a Agustín Fabre, Bernardo Nogués y Justo García Valdés en el Cabildo Abierto del día 22 de mayo. Los cuatro profesionales médicos sostienen con patriótico entusiasmo las nuevas ideas de emancipación.

La influencia de los sucesos de 1810 en los médicos y cirujanos de la época fue sobresaliente. Es así que los hechos en España y los que desembocarían en la Revolución de Mayo de 1810, tuvieron una enorme gravitación en las vidas de los jóvenes del Río de la Plata, ya que el ambiente era más proclive a sostener los primeros pasos independentistas, que a la actividad de las aulas. Por eso, no es de extrañarse que desde 1804 hasta 1815 no se creó ningún curso de medicina. Sin embargo el Protomedicato continuó con su rol de guardián de la salud pública y garante de la profesión médica.

Buenos Aires, pasado el cimbronazo de las invasiones inglesas supo encontrar su camino y con la revolución de 1810 forjó airosamente su destino con los cambios consiguientes políticos – sociales.

El 25 de mayo la voluntad del pueblo tuvo su triunfo. La percepción del advenimiento del proceso y la libertad de pensamiento serían principios renovadores impuestos por la victoria revolucionaria de mayo, principios compartidos por el Dr. Cosme Mariano Argerich.

El gobierno de Buenos Aires, en 1812 designa a Cosme Argerich, Luis Chorroarín y Diego Savaleta en una comisión destinada a desarrollar un plan de estudios y de educación pública en un colegio de ciencia próximo a ser creado, pero ese plan resultó impracticable.

En marzo de 1813 la Asamblea decidió crear la Facultad Médica y Quirúrgica y el 9 de abril de 1813 el doctor Argerich fue nombrado catedrático de medicina “por cuanto se ha creído indispensablemente necesario realizar en esta ciudad un plan de estudios de medicina y cirugía que proporcione a la juventud acontecimientos e ilustración de los objetos de tanta importancia que comprende”.

El Plan del doctor Argerich aprobado por la Asamblea era de 6 años y fue uno de los mejores por la coordinación de las materias y la amplitud de su estudio. La Anatomía Normal y Patológica, la Fisiología, Patología General, Higiene, Semiología, Terapéutica y Materia Médica, estaban distribuidas en los 4 primeros años de estudio, reservándose para los 2 últimos la enseñanza de la Nosografía Quirúrgica y Médica. Los alumnos de 5° y 6° año tenían la obligación de asistir diariamente a las visitas hospitalarias de los profesores y escuchar las conferencias de clínica. Entre las condiciones exigidas para el ingreso, figuraban los conocimientos de la sanidad y el título de bachiller.

La necesidad de cirujanos en los batallones patriotas se hizo tan necesaria que se admitieron voluntarios extranjeros. Fue entonces cuando en mayo de 1813, la Facultad Médica y Quirúrgica pasó a ser el Instituto Médico Militar, destinado al aumento y mejor dotación de cirujanos para los ejércitos de la patria. El director del Instituto fue Cosme Argerich, quién designó como colaboradores al doctor Salvio Gaffarot, el doctor Cristóbal Martín de Montufar, el doctor Juan Fernández, y a su propio hijo, el Dr. Francisco Cosme Argerich.

En 1814 Argerich eleva al Gobierno un Reglamento de Medicina Militar para aplicar en el Instituto. La resolución que daba comienzo a los cursos apareció en la gaceta Ministerial del Gobierno el 1° de marzo de 1814. Según la misma, tanto los profesores como los alumnos quedaban de hecho incorporados al Ejército. Este proyecto fue rechazado por el Consejo de Estado, que acusó a los profesores de buscar un pretexto para beneficiarse con las distinciones y honores de los Jefes y Oficiales del Ejército. A pesar de todo, los cursos se iniciaron en 1815.

En septiembre de 1816 el doctor Cosme Argerich, junto con Diego Paroissien tuvo a su cargo la organización del departamento de Hospitales del Ejército, constituido por 3 profesores, 5 betlemitas y 7 civiles asistentes de cirujanos en cumplimiento del mandato del Instituto Médico Militar. El mismo ordenaba el mejor servicio de los Ejércitos de la Patria, y proveyeron a San Martín los insumos médicos y sanitarios para la campaña libertadora de Chile. Entre todos lograron formar un verdadero hospital de sangre que auxilió al ejército en el cruce de los Andes.

En 1818 ya habían transcurrido cinco años de la creación del Instituto Médico Militar y no estaban aprobados todavía el Reglamento y Plan de Estudios del mismo. Argerich escribe que era necesario hacer primero algunas observaciones para que su aplicación no saliese errada. El plan finalmente aprobado ha sido calificado como uno de los mejores por la coordinación de las materias y amplitud de los estudios.