11 de septiembre de 1852: Buenos Aires se separa de la Confederación

La revolución del 11 de septiembre contaba con el apoyo de militares del Ejército Nacional, de población de la ciudad y del campo bonaerense.

Desde el momento en que Urquiza hizo su entrada triunfal en Buenos Aires, los porteños observaron con desconfianza la línea política a seguir por el vencedor de la batalla de Caseros.

Los unitarios expatriados habían regresado al país con ánimo de imponer sus teorías de gobierno y guardaban rencor a Urquiza, quien había servido a las órdenes de Juan M. Rosas.

Tampoco apoyaban al vencedor los federales porteños, quienes lo acusaban de traidor a la causa.

De tal manera, la política de fusión que pretendía aplicar Urquiza para restablecer la paz y la confianza, no tardaría en fracasar.

La divisa punzó era un distintivo político y no un símbolo patriótico, sin embargo el general entrerriano —de acuerdo con sus ideas federales— decretó nuevamente su uso, pero el ministro Valentín Alsina lo declaró optativo.

Entonces el primero publicó una violenta proclama contra sus opositores, en la que acusaba a «los salvajes unitarios», de reclamar «la herencia de una revolución que no les pertenece».

Guiados por su espíritu localista, los porteños censuraron las atribuciones concedidas a Urquiza por el Protocolo de Palermo y más tarde, la ruptura fue definitiva cuando proclamó gobernador a López contra la candidatura de Alsina.

El descontento aumentó al trascender las cláusulas del Acuerdo de San Nicolás que quitaban a Buenos Aires privilegios económicos, políticos y militares, heredados a través de los años.

En resumen, se decía que Urquiza sólo había reemplazado a Rosas para gobernar amparado por una Constitución sin tener en cuenta las exigencias de la oposición unitaria, minoría culta que bregaba nuevamente por imponer sus principios en todo el país.

Mientras la República había quedado nuevamente dividida en dos facciones antagónicas, se efectuaban en todo el territorio las elecciones de diputados para el Congreso constituyente a reunirse en Santa Fe.

Urquiza, el Director Provisorio, tenía que marchar hacia aquella provincia y entonces delegó el mando de Buenos Aires en su ministro de Guerra, general José Miguel Galán.

El 8 de setiembre se embarcó en dirección a Santa Fe, acompañado de numeroso séquito.

Alejado Urquiza, los opositores juzgaron llegado el momento oportuno para provocar el estallido de una revolución, cuyo objeto era restablecer el predominio político y económico de la provincia de Buenos Aires sobre el resto del país.

El jefe civil del movimiento fue Valentín Alsina, quien contó con la adhesión de los generales José María Piran —designado jefe militar— y Juan Madariaga.

En la madrugada del 11 de setiembre de 1852 se produjo el estallido revolucionario y el general Galán —gobernador delegado— nada pudo hacer para impedirlo.

La Legislatura volvió a reunirse y su presidente el general Guillermo Pinto fue elegido gobernador interino de la provincia de Buenos Aires.

Enterado de los sucesos, Urquiza decidió en principio sofocar el levantamiento por medio de las armas, pero luego juzgo prudente negociar.

La Legislatura de Buenos Aires retiró los diputados ante el Congreso de Santa Fe y no reconoció a Urquiza en el mando de las relaciones exteriores.

El resultado del triunfo revolucionario fue la separación (secesión) de Buenos Aires de la Confederación. A partir de ese momento dos Estados se habían conformado: por un lado el Estado de Buenos Aires y por el otro el resto de las provincias (trece en total) conformando el Estado de la Confederación Argentina. A partir de entonces, Buenos Aires será considerada como potencia extranjera a los efectos comerciales.

Fuente: historiaybiografias

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